“Decidir una vez cada cierto número de años qué miembros de la clase dominante han de oprimir y aplastar al pueblo en el parlamento: he aquí la verdadera esencia del parlamentarismo burgués, no sólo en las monarquías constitucionales parlamentarias, sino también en las repúblicas más democráticas.
Pero si planteamos la cuestión del Estado, si enfocamos el parlamentarismo como una de las instituciones del Estado, desde el punto de vista de las tareas del proletariado en este terreno, ¿dónde está entonces la salida del parlamentarismo? ¿Cómo es posible prescindir de él?”
Lenin, El Estado y la Revolución.
En el próximo mes de Junio se pretenderán realizar elecciones federales, en todos los estados de la república. En poco más de la mitad de los estados además se elegirán diputados locales, presidentes municipales y en 9 entidades se elegirán gobernadores.
El rasgo más característico de la próxima elección es la profunda desconfianza de la aplastante mayoría de la población en TODOS los partidos políticos. Algunos analistas señalan un posible abstencionismo de hasta el 70% y un nuevo incremento en el voto nulo como forma de protesta contra el conjunto de los partidos políticos. En las elecciones intermedias del 2009 la cifra se ubicó en un 55.4%, mientras que el número de votos nulos se registró en poco más de un millón doscientos mil votos.
Uno de los factores principales de dicha desconfianza radica en la pestilencia que desprenden las instituciones electorales, partidos políticos y tribunales electorales los cuales están corrompidos hasta los más profundo de su ser. La infiltración del narcotráfico y de criminales de cuello blanco en el Estado mexicano y sus partidos políticos es tan sólo uno de los síntomas de la imparable descomposición del régimen en su conjunto. Sumado a ello, los fraudes electorales en las elecciones federales del 88, 2006 y 2012, aún siguen bastante frescos en la memoria de amplios sectores de trabajadores que una y otra vez han intentado mostrar su deseo de cambio por la vía electoral, pero no han recibido más que imposiciones y burlas.
La reforma política aprobada en 2014, no hace sino ahondar en la permanencia de la corrompida clase política burguesa la cual ahora podrá reelegirse hasta por 4 periodos consecutivos en la camarada de diputados y 2 periodos consecutivos en la cámara de senadores. El supuesto blindaje electoral a las campañas electorales está demostrando ser una farsa total con el ejemplo del Partido Verde y la multimillonaria campaña mediática que a pesar de recibir algunas sanciones, sigue operando con increíble impunidad.
Aceptar jugar en condiciones de desventaja y con un árbitro como Lorenzo Cordova que abiertamente favorece al PRI no puede ser considerado sino como un suicidio por parte de los partidos de oposición, que hoy intentan protestar tímidamente por la parcialidad de las elecciones y las irregularidades en los gastos de campaña, dinero y apoyo que seguramente también proviene del narcotráfico.
Arribamos a una simulación de participación democrática en donde todas las piezas están acomodadas para un aplastante triunfo del partido que encabeza la presidencia, la maquinaria del fraude electoral, terror, cacicazgo, linchamiento mediático y asesinatos políticos está totalmente aceitada y operando perfectamente como en décadas pasadas. El PRI nos lleva a una elección totalmente amañada en un contexto en el cual la violencia política y social nos hace retroceder a finales de los 60s y a escenarios de guerra sucia como las ocurridas en los 70s y 80s.
De optar por el camino del voto, nos encontraremos perdidos como ratones en un laberinto, simulando elegir el camino menos malo que ha de llevarnos a la tumba.
¿Puede MORENA tener alguna posibilidad en las próximas elecciones?
No dudamos que muy probablemente decenas de miles de personas contemplen el voto por MORENA como una posibilidad de luchar contra el “PRIAN” en el terreno electoral, esperando ganar algunos escaños federales, presidencias municipales, jefaturas delegacionales, y diputaciones locales. Lamentamos no ser tan optimistas y crédulos de las reglas de la democracia burguesa y la narco política mexicana como muchos de los dirigentes de dicho partido, que siguen invitando a sus militantes a jugar en la cancha enemiga, en donde el triunfo les ha sido arrebatado tramposamente en anteriores ocasiones. AMLO y MORENA no soló enfrentan a sus antiguos rivales del PRIAN, en esta ocasión cuentan con un nuevo rival, que aunque profundamente golpeado y desacreditado sigue contando con una poderosa maquinaria corporativa y recursos públicos para la compra del voto. El PRD se ha convertido en una especie de Frankenstein que ahora lucha contra sus creadores -incluido AMLO y el MORENA-. La repetición de cada uno de los vicios que en décadas pasadas llegó a criticarle al PRI, hoy se aprecian sin pudor alguno por parte de las corrientes y líderes en el PRD.
Aunado a ello hay que tomar en cuenta que MORENA cuenta con dos “aliados” menos, en tiempos pasados el PT y Movimiento Ciudadano le resultaron útiles a AMLO, sin embargo parece ser que el mentado “Movimiento Progresista” que contendió en las elecciones del 2012 (PRD, MC, PT) es hoy tan solo un vago recuerdo de una unidad basada en intereses electorales. La ausencia de autocrítica por parte del principal dirigente de MORENA en el respaldo que en su momento ha realizado contra gobernantes profundamente impopulares como Miguel Ángel Mancera o Ángel Aguirre Rivero, lo colocan en una situación de escepticismo ante muchos de sus seguidores. La repetición de mecanismos verticales en la designación de las candidaturas a puestos de representación popular, en las que las bases cuestionan muy fuerte el dedazo o el compadrazgo son otros de los factores que alejará el voto hacia dicho partido.
Por último, su ausencia y silencio en torno las principales luchas que se están librando contra el actual régimen de EPN, o en el mejor de los casos su tibio respaldo moral hacia normalistas de Ayotzinapa, profesores de la CNTE, campesinos de San Salvador Atenco, Trabajadores de la extinta compañía de LyFC aglutinados en torno al SME, autodefensas y policías comunitarias en Guerrero y Michoacán, estudiantes del IPN y de Chapingo, por mencionar tan solo algunos casos, nos demuestran que en el fondo la dirigencia del MORENA no pretende brindar solidaridad activa con el pueblo que se encuentra luchando, su interés se muestra en periodos electorales en donde intenta canalizar el descontento contra el régimen hacia los votos hacia su partido. Mucha gente honesta y luchadora que se ha organizado en torno a MORENA, ha tenido que dar la solidaridad de manera dispersa, no dudamos que muchos de los que han salido a las calles, son militantes de dicho partido, pero también afirmamos que en cada una de esas ocasiones han salido a las calles a pesar de la dirigencia de su propio partido que ha logrado contener el descontento social en no pocas ocasiones, alargando con ello la vida del régimen. No entendemos en donde queda el “Al diablo con sus instituciones” si en cada proceso electoral AMLO, intenta revivir a la putrefacta democracia mexicana que se encuentra muerta en una narcofosa.
¿Debemos los trabajadores participar en las próximas elecciones?
Las elecciones en el sistema capitalista, no son en forma alguna una representación de la lucha de clases, son en cambio una foto fija de un momento determinado que no se alcanza a percibir de manera correcta si no es a través del estudio del contexto de dicha imagen. Se trata de un proceso complejo en donde debido a la ausencia de un partido revolucionario de masas en donde estén representados los intereses de la clase trabajadora y el pueblo oprimido, no podemos apreciar claramente las intenciones de cambio de las grandes capas de la población. Las elecciones por lo tanto para los marxistas revolucionarios, no son un fin en sí mismo, son un posible medio que puede ser aprovechado por el partido revolucionario para desenmascarar la farsa representativa del sistema democrático-burgués. Sin embargo, ello no significa la adopción de dicha táctica en todo momento y lugar. A través de la historia diferentes revolucionarios han sabido combinar las formas electorales cuando las condiciones así lo ameritan, pero no olvidando en ningún momento que es imposible transformar “desde dentro” la maquinaria de Estado de la burguesía. El estudio de las condiciones en las que se desarrollan los procesos electorales debe partir del hecho concreto si el desarrollo de las mismas permite a las masas mejores condiciones de vida y posibilidades reales de conquistas democráticas. No se puede caer en el absurdo de intentar establecer la participación de los revolucionarios en todas las elecciones por el simple hecho de que las elecciones en sí mismas se tratan de una “conquista histórica” del proletariado. Una elección burguesa para el proletariado no representa una conquista en sí misma, asimilar dicha discurso significaría reducir la revolución proletaria a un mero juego electoral, el análisis debe partir de lo que realmente pueda obtener de beneficio participando dentro de la misma, planteando claramente una serie de reivindicaciones que habrán de ser resueltas por sus representantes ante dichos organismos y presionando ante cada intento de ataque en contra de los intereses de los trabajadores y el pueblo. Una de las primeras desventajas es la no existencia de representantes emergidos directamente desde el partido revolucionario, y comprometidos con un programa político de lucha clasista. En tales casos es posible que el proletariado pueda analizar brindar su apoyo a algún candidato de la socialdemocracia reformista, previendo de antemano una serie de compromisos públicos y fechas concretas y un programa de movilizaciones en caso de traición como suele ocurrir con los dirigentes reformistas. Dichos escenarios son los que suelen presentarse de manera cotidiana en nuestras condiciones actuales y sacar lecciones de las constantes traiciones del reformismo es por lo tanto una tarea urgente para nuestra clase.
Pero así como un equipo puede decidir si existen condiciones dentro de sus filas que le aseguren un buen desempeño en una contienda, así el proletariado tiene la libertad de decidir si están en condiciones de participar en la contienda electoral. No soló se trata de las fuerzas del equipo en sí mismas, si las condiciones externas son desfavorables, si los jueces están comprados por el equipo rival, si el equipo rival obtiene ventajas de las condiciones del juego y el clima, si se juega con reglas claras y equitativas, si se está de acuerdo desde un inicio en dichas reglas, si contamos con la misma infraestructura en cada campo, y si tenemos la certeza de no sufrir violencia cuando sus seguidores han mostrado bestialidad y un largo etcétera. En circunstancias desfavorables el proletariado y su partido pueden optar por diferentes mecanismos de intervención política de querer asegurar mejores condiciones de juego, de no conseguirlas tiene el derecho a no presentarse a la contienda denunciando las bajezas bajo las cuales pretenden llevarlos a una derrota segura. Allí donde tenga la suficiente fuerza puede organizar a sus seguidores para evitar que sea consumada de manera ilegal dicha contienda. No faltará el “político realista” que plantea que los que más se benefician de no presentarnos a la contienda son los del equipo de la burguesía. Se les olvida a estos “políticos realistas” que para una contienda son necesarias por lo menos dos equipos, el proletariado tiene la obligación de retirarse de la contienda cuando está seguro que el enemigo ha fraguado todo en contra suyo, cuando se carece de reglas acordadas, cuando no existe imparcialidad en los jueces, en resumidas cuentas cuando sabe que de presentarse a la contienda no sólo será derrotado sino avasallado y que dicho escarmiento intentará ser utilizado para bajar la moral del conjunto del equipo. En ocasiones como esas, es mejor perder un partido por de fault que prestarse al espectáculo del circo romano en donde los esclavos se enfrentan contra los soldados en condiciones donde todo mundo sabe quién gana y como serán masacrados los esclavos. Ellos podrán ganar “legalmente” pero nuestra ausencia les restara aun mayor legitimidad, cosa de la cual están urgentemente necesitados.
Podremos hablar de triunfo cuando logremos crear un nuevo sistema basado en la democracia directa, emergida desde las asambleas de fábricas, ejidos, colonias, barrios, escuelas, en donde las decisiones se tomen de abajo hacia arriba y el control de los medios de comunicación, las instituciones, la economía, la seguridad, la política, la salud, el campo y la vivienda se encuentre en manos del pueblo trabajador, sólo una nueva forma de Estado Obrero basado en un sistema asambleario podrá sustituir las diferentes formas de la corrupta democracia burguesa.
Podremos hablar de triunfo cuando logremos crear un nuevo sistema basado en la democracia directa, emergida desde las asambleas de fábricas, ejidos, colonias, barrios, escuelas, en donde las decisiones se tomen de abajo hacia arriba y el control de los medios de comunicación, las instituciones, la economía, la seguridad, la política, la salud, el campo y la vivienda se encuentre en manos del pueblo trabajador, sólo una nueva forma de Estado Obrero basado en un sistema asambleario podrá sustituir las diferentes formas de la corrupta democracia burguesa.
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