UN MUNDO EN CRISIS

Cabe preguntarnos ¿ocurre esto realmente o se trata solo de consignas permanentes y trilladas? Bastaría con mirar las declaraciones de los economistas burgueses para darnos cuenta de que existe una profunda incertidumbre sobre la posibilidad de salir con los métodos clásicos de esta nueva caída en las bolsas de todo el mundo. ¿En algún momento se superó realmente la crisis económica?

No pretendemos en esta ocasión elaborar un extenso análisis económico sobre los principales factores que en su momento se consideraron como síntomas de recuperación, bastaría con utilizar la lógica para darse cuenta de que los índices macroeconómicos que en los pasados años se cacareaban como signos “evidentes” de recuperación no se reflejaban en absoluto en mejores condiciones de vida para las masas a nivel internacional. El elemento a nivel internacional que se usó para repuntar de nueva cuenta la economía internacional, consistía en arrebatar a la clase trabajadora todo aquello que había obtenido en el siglo pasado producto de largas luchas.


Por otro lado el imperialismo norteamericano ha sostenido desde hace varias décadas una política de guerra permanente a pequeña escala en diversas partes de medio oriente, Asia, África y América Latina como un mecanismo de obtención de materias primas, nuevos mercados y mano de obra, a la par surgió un gran incremento de ventas en la industria armamentística. No podríamos explicarnos fenómenos como la guerra de Afganistán, Irak o Libia sin entender la geopolítica con la que el imperialismo realiza sus movimientos.

Esto le ha permitido obtener zonas de influencia y bases militares para amedrentar a sus más cercanos competidores como China, Japón, Alemania o Brasil Se trata de que por un lado logre apropiarse de zonas claves y por el otro, mantener un mayor control sobre el petróleo mundial para reducir el costo de dicha materia prima, que es un punto clave para reactivar la producción mundial; sin embargo no es la vía diplomática el mecanismo que ha utilizado, el imperialismo norteamericano, pretende mostrar a sus rivales el músculo armamentista, -alrededor del 40% de las armas a nivel mundial las posee EU- y demostrar de esta manera quién sigue siendo el policía del mundo. Pero ni todo esto ha bastado para que la putrefacta economía capitalista internacional obtenga una nueva una bocanada de oxígeno, la nueva caída en las bolsas de valores a nivel internacional y de los principales indicadores como el NASDAQ o el DOW JONES, son sólo uno de los síntomas de la imposibilidad de que por un lado la economía capitalista pueda mantener -en su época de decadencia imperialista- un crecimiento sostenido y que se refleje a niveles productivos, la caída de la bolsa demuestra el nulo repunte productivo obtenido durante los pasados años y por el otro lado la gran especulación que se realiza en las bolsas de valores para intentar “dar confianza a los mercados mundiales” con el objeto de que los capitalistas inviertan.

Es de esa manera como hemos sido testigos y participes de un acontecimiento pocas veces visto en la historia de las movilizaciones, una acción simultánea de protesta contra el capital el pasado 15 de octubre en más de 951 ciudades de 82 países del mundo, en algunas ciudades con un carácter masivo y bastante radical. Un hecho a destacar de dichas movilizaciones es que el componente mayoritario es de jóvenes estudiantes, desempleados, subempleados o con empleos precarios que están llegando a un punto máximo de hartazgo. Esto, sin duda alguna, es una ventaja ya que son jóvenes generaciones que no cuentan con la desmoralización de los viejos activistas sindicales, y al ser un componente eminentemente joven le imprime una mayor radicalidad y explosividad a las acciones. A su vez se presenta ante nuestros ojos la falta de experiencia y tradiciones que será necesario forjar.

Han sido las masas en Europa, en Oriente y algunas partes de África y América Latina las que están asestando duros golpes al capitalismo mundial para evitar una recuperación que se haga sobre sus espaldas. En lo que pareciera ser un efecto domino han estallado movilizaciones de cientos de miles, paros y huelgas de grandes centrales sindicales, enfrentamientos con las fuerzas del Estado burgués y sobretodo en el Oriente procesos insurreccionales y semi-insurreccionales.

Aquellos que decían que las masas a nivel internacional responderían de manera defensiva y tímida ante la crisis, han quedado rebasados por las circunstancias, es en el viejo continente donde de nueva cuenta los trabajadores y la juventud han salido a manifestar su descontento con consignas políticas avanzadas.

Un factor importante en el análisis de los procesos en Oriente está necesariamente vinculado al apoyo que los capitalistas han otorgado desde hace décadas a personajes y regímenes políticos que en determinadas circunstancias le fueron útiles para combatir a la extinta URRS, pero que hoy en día frente al avance de las masas y las aspiraciones de cambio, condena de manera hipócrita. Si algo es cierto, es que el imperialismo estadounidense tiende a perder el control de la región y a cada intervención parece provocar un mayor caos; no podemos decir a rajatabla que en todos los países se trate necesariamente de procesos a la izquierda en cuanto a definición política, sin embargo, está más que claro que existen condiciones objetivas en gran parte de la región para que las fuerzas a la izquierda puedan capitalizar el profundo descontento de las masas con sus respectivos regímenes para dar un giro radical en el panorama internacional. Algo es claro, si las fuerzas revolucionarias no son lo suficientemente capaces de orientar los procesos de lucha a la izquierda, el fundamentalismo y la reacción encontrarán un camino fácil para la toma del poder.

En el caso de Europa el descontento de amplias capas de trabajadores y sobretodo de sectores juveniles, se extiende a los gobiernos y partidos socialdemócratas los cuales han venido cumpliendo cabalmente (a través del llamado a la unidad nacional), sobretodo en el último periodo de crisis, los designios y recetas de los organismos imperialistas, por ejemplo Grecia, España y Francia.

Existen sectores que están teniendo un giro rápido y decidido a la izquierda (dentro y fuera de las filas de los partidos socialdemócratas), que pueden ser aprovechados por los revolucionarios. En este panorama resulta incorrecto pedir a los “dirigentes” de la socialdemocracia que rectifiquen su política de ataques; ante un escenario de encono de grandes capas de la población trabajadora contra sus partidos tradicionales, la táctica mas correcta para los pequeños núcleos consiste en desenmascarar ante las bases de las organizaciones de masas la traición de sus dirigentes y llamar a combatirlos en las calles con la huelga general. Evidentemente dichos llamados deben contar con un método correcto en cuanto se hagan públicos, sabemos que no basta plantarse frente a las masas gritándole que poseemos la verdad y que necesitan abandonar a sus dirigentes y seguirnos para que éstas efectivamente decidan romper con sus direcciones. Un trabajo de explicación paciente, con mucho método, pero lo suficientemente claro ayudará a dicho proceso.

Otro factor que demuestra la profunda devastación que significa la barbarie capitalista se refleja en la magnitud de los desastres “naturales” y los daños causados a nivel mundial, la furia de los fenómenos naturales tiende a ser de mayor magnitud debido a los desequilibrios provocados por la voracidad de los grandes industriales a los que no les preocupa en lo mas mínimo el futuro del planeta. Terremotos como los ocurridos en Haití o Chile demuestran que la magnitud de un desastre se mide en escalas físicas pero también económicas, siendo las poblaciones pobres las más afectadas pues existe una desigual en la capacidad de enfrentar dichas catástrofes que también son resultado de esta devastación ambiental que se genera al no existir una planificación en el uso de los recursos naturales. “Accidentes” como la explosión de las plantas nucleares en Japón a raíz del terremoto y el Tsunami nos demuestran el grave peligro que representa la energía nuclear en manos de los capitalistas.

En el caso de América Latina es por demás sabida la permanente intromisión del imperialismo en cada uno de los asuntos relacionados con las diversas naciones del continente, el constante avance de las bases militares en AL es una muestra de ello; la “participación” de agentes norteamericanos en proyectos de seguridad hemisférica en la mayoría de los países del continente está acompañada por la definición de agendas estratégicas de carácter económico, esto significa que el imperialismo decide a quién otorgar préstamos, ya sea del FMI o del BM, con la condición de la aplicación de un conjunto de políticas encaminadas a obtener un mayor control sobre los recursos de la región y las decisiones políticas de los gobiernos en turno, es así como la mano yanqui se mueve detrás de muchas “reformas estructurales” que se vienen aplicando a diferentes ritmos en AL.

Nuestro continente tiene sus particularidades. En gran parte de los países que habían mantenido una movilización constante en la última década, el descontento ha sido canalizado por los reformistas hacia la vía electoral. El marxismo explica que el retraso de la revolución en los países industrializados, acarrea como consecuencia una recomposición del capitalismo putrefacto que suele dar fenómenos, que si bien no se pueden considerar como nuevos, presentan peculiaridades. Después de largos periodos de gobiernos que han sido total y absolutamente serviles a los designios de la Casa Blanca actualmente presenciamos el ascenso de un indígena, de un obrero metalúrgico, de un militar progresista, y de varios exguerrilleros a la presidencia de sus respectivos países. No podemos decir que en su mayoría dichos procesos tengan tintes anticapitalistas; la política de dichos gobiernos se acerca a formas nacionalistas burguesas –en algunos casos enfrentados con el imperialismo norteamericano- que intentan construir un “capitalismo más humano”.

En algunos casos los procesos están más avanzados que otros; por ejemplo, Venezuela, donde existen fabricas bajo control obrero y un avance significativo en términos de democracia burguesa como el referéndum y la democracia participativa y protagónica. La mayoría de los procesos, en el último periodo, se han caracterizado por un desarrollo más lento en cuanto a movilizaciones de masas de carácter independiente y contra el gobierno, en muchos países se desarrolla un proceso de maduración de la conciencia de clase un tanto más lenta, esto debido a que los reformistas en el gobierno tienden a crear la ilusión de un cambio de política; sin embargo, conforme la crisis se vaya agudizando, dichos regímenes en su mayoría se verán obligados a lanzar ataques –como ya ha venido ocurriendo- contra la clase trabajadora, y los programas sociales que les permitían cierto apoyo popular pueden verse eliminados.

Tampoco podemos descartar la posibilidad de que ocurran fenómenos centristas, donde los presidentes se vean obligados a lanzar ataques contra sectores de la burguesía nacional y del imperialismo; pero como tal, el centrismo es incapaz de llevar adelante la revolución, salvo cuando la presión de las masas es lo suficientemente grande y la presión del imperialismo se vuelva insoportable; en dicho contexto podríamos asistir a sucesos como el de la revolución cubana. Sin embargo, el centrismo es una corriente histórica sumamente vacilante y con constantes virajes a derecha e izquierda, no se puede esperar nada de dichos agrupamientos o personajes, sólo la existencia de organizaciones revolucionarias con una fuerte presencia dentro de las masas y que explique pacientemente y de forma camaraderil la incapacidad de sus caudillos o partidos reformistas para asegurar la victoria definitiva del proletariado, esa es la única y real perspectiva marxista que puede asegurar el futuro de las masas.

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