Óscar Ajal
• Más de
seis meses han pasado ya desde la desaparición de los compañeros pertenecientes
a la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, ubicada en Ayotzinapa, Gro. Más
de seis meses de los ataques en Iguala en los que fueron asesinadas 6 personas
y 43 normalistas fueron desaparecidos forzadamente por policías y sicarios. Más
de seis meses de búsqueda y lucha incansable por parte de los familiares de los
desaparecidos han evidenciado internacionalmente la esencia represora del
Estado, con la faceta más cínica encarnada en el Partido Revolucionario
Institucional (PRI). Sin embargo la represión hacía Ayotzinapa ha intentado
cerrarse con un “carpetazo” gubernamental al puro estilo de Díaz Ordaz.
Mientras tanto nuevos golpes han sido asestados a las y los trabajadores, como
la puesta en marcha de la privatizadora ley general de aguas nacionales o la
universalización de la salud. Ante un panorama difícil, es necesario hacer un
recuento de la situación nacional, mirando serenamente el golpe infligido el 26
de septiembre, para visualizar los errores y emprender así la reactivación de
la lucha, por la presentación con vida de los compañeros desaparecidos, pero
también, para emprender la embestida revolucionaria contra los ataques futuros,
en miras de terminar con el capitalismo, culpable y generador de la situación
precaria en la que vive no solo México, sino el mundo entero.
LOS HECHOS
Guerrero,
uno de los tres estados (los otros son Oaxaca y Chiapas) con mayor índice de
marginación y pobreza, gobernado por el perredista Ángel Aguirre, sufrió otro
golpe más el 26 de septiembre en Iguala, uno de sus 81 municipios, gobernado
por otro perredista, José Luis Abarca Velázquez. Estos personajes,
pertenecientes al autodenominado “izquierdista” (?) Partido de la Revolución
Democrática, en colusión con el narcotráfico, habían sumido aún más en la
incertidumbre al estado guerrerense.
Por lo mismo, la normal ubicada en
Ayotzinapa, Guerrero, y las policías comunitarias existentes en el estado,
oponían resistencia tanto al terror sembrado por los niveles municipal y
estatal, como también a las iniciativas de ley federal que pugnaban por la
represión y desaparición de sus formas de lucha y organización. El golpe a la
CRAC-PC con la detención de Nestora Salgado, así como el asesinato de
normalistas en la autopista México- Acapulco en el 2011, auguraba una probable
agudización de los golpes represores que el estado había asestado.
Y el golpe
llegó la madrugada del 26 de septiembre, cuando camiones tomados por normalistas
de Ayotzinapa que en Iguala recaudaban fondos para la jornada de lucha del 2 de
octubre, fueron interceptados por elementos de la policía municipal, mismos que
atacaron con armas de fuego a los estudiantes, dejando muertos ahí mismo a 3 y
obligando a la dispersión del contingente. La confusión fue aprovechada por los
elementos policiales para cazar a los 43 normalistas. La presencia de militares
del 27 batallón fue de complicidad con la masacre, ya que a pesar de ser
testigos de los ataques, hicieron caso omiso a los llamados de auxilio de los
normalistas que depositaron alguna esperanza en que estos elementos
intervinieran a su favor. Un segundo ataque selló la madrugada sangrienta, la
cual terminó con tres civiles asesinados y tres normalistas muertos, uno de
ellos torturado y con el rostro desollado. Utilizando vehículos oficiales de la
policía municipal, los 43 detenidos fueron trasladados con rumbo desconocido. A
partir de esa noche el mundo se enteró de las operaciones del estado mexicano y
se emprendió una lucha por la presentación con vida de los 43. La creación de
la Asamblea Nacional Popular (ANP), por medio de la coordinación de los
familiares y la adhesión de las policías comunitarias así como la CETEG, fue de
las primeras iniciativas que enarboló la lucha. Por su parte, la respuesta del
estado se apoyó y sigue apoyando en reacciones de contención, escandalizadas
por los medios de comunicación, pero apostando al olvido y dando nulas
respuestas, por ejemplo, la separación de Abarca del cargo, el 30 de septiembre
y el absurdo montaje del 23 de octubre con la renuncia de Aguirre, las bolsitas
con supuestos restos de cadáveres y la “verdad histórica” presentada por el
procurador Jesús Murillo Karam, donde el basurero se incendia a temperaturas
que no se ven ni en el mismo infierno (1,600 ° C) pero que no deja marcas ni
quemaduras en la vegetación de los alrededores, la “verdad histórica” donde no
hay esclarecimiento de Julio Cesar el compañero desollado, pero sí se vinculaba
sutilmente a los normalistas con el grupo de “los rojos” perteneciente al
narcotráfico y donde se da por muertos a los 43, basados en restos óseos
encontrados en el rio de Cocula. Por último se trató de canalizar el
descontento popular en la figura de Murillo Karam, para luego despedirlo. Los
familiares y los sectores movilizados de Guerrero resistieron a estos intentos,
tomando alrededor de 40 alcaldías, y manteniendo 30 hasta la fecha con la
coordinación de la Asamblea Nacional Popular, en donde las organizaciones se
aglutinaron y siguen dictando las acciones que sigue la lucha nacional. El
apoyo de los medios alternativos, que tienen su campo más amplio en el
internet, ha sido un factor importante para que el caso de Ayotzinapa no se
ahogue en el mar de los medios de comunicación oficiales. Sin embargo no ha
bastado. Cierto es que los municipios siguen tomados, la ANP sigue funcionando buscando
nuevas herramientas de lucha como la caravana a Estados Unidos emprendida por
los familiares, pero a estas alturas, las perspectivas han ido diluyéndose, el
movimiento, como todo movimiento que tiene tiempo limitado para analizar los
errores y estructurar conscientemente su lucha, empieza a perder fuerza, sobre
todo en los estados combativos, como Oaxaca o el D.F, en donde se realizaban
las principales movilizaciones de apoyo.
OBSTÁCULOS: LA LUCHA CONTRA EL FANGO
En
contraposición, nuevos golpes como el asesinato a golpes del profesor jubilado
Claudio Castillo Peña y las 4 compañeras violadas por policías federales el
pasado 24 de febrero del 2015 durante el desalojo de la CETEG en Acapulco, la
caída del peso y la crisis internacional del petróleo, se suman a los embates
contra la clase obrera y todo ello entre llamados de los artistas del pueblo,
marchando al lado de oportunistas, convocando a soluciones inservibles como la
nueva constituyente, sin tomar en cuenta que cualquier instrumento de la democracia
burguesa, sin ser antecedida de la agitación, información, organización, participación
y representación de los y las compañeras explotadas, es mero oportunismo. La
organización es necesaria, pero a 6 meses, la participación de organizaciones e
individuos que empujan salidas como la negociación, han hecho daño, aunado a
los izquierdistas que sin la reflexión que exige un movimiento de grandes
magnitudes han intentado liderar celosamente, infantilmente, sin reflexión y
sin tener en cuenta las experiencias revolucionarias históricas en diversas
partes del mundo. El fango es grande pues incluso los sindicatos más combativos
han sido infiltrados desde la cabeza por fuerzas políticas, que impregnan
además de apatía a las bases confundidas, las cuales no oyen a los compañeros
que intentan regresarles la memoria gloriosa de luchas pasadas. El mal de la
falta de preparación teórica y práctica, la inexistencia de un verdadero
partido de masas que represente los intereses de los sectores vilipendiados, la
agudización de las condiciones de miseria, a la par de la creación de nuevos
elementos de represión como la gendarmería y las leyes contra la manifestación,
ponen al movimiento social en una encrucijada. La tarea del sector
sindicalizado, de la resistencia campesina y de la juventud explotada con
ansias de poner en alto los nombres de los 43 normalistas, y de los cientos de
miles de muertos anteriores, es la organización. Pero no organización por la
organización como lo quieren ver algunos “despistados”, sino la organización
consciente y honesta, luchando contra el estado y contra esos oportunistas, que
la fuerza trabajadora sabe identificar, pues a lo largo de los años han chupado
su sangre. Mantener los municipios es una tarea difícil, reactivar la lucha
fuera de Guerrero igual, pero si no creamos coordinación consciente que apoye
los consejos populares existentes en Guerrero y apueste por la coordinación
honesta desde abajo, la probabilidad de un nuevo golpe por parte de la
maquinaria estatal y de los burgueses será aún más sangrienta.
El
fortalecimiento social de la Policía Comunitaria, el estudio para la formación
ideológica de las bases, el impulso democrático para la participación e
integración del pueblo consciente y explotado, la vinculación de la experiencia
histórica de los estudiantes de Ayotzinapa y los padres de familia para
movilizarnos, serán fundamentales para el futuro del movimiento. Marchemos
separados, golpeemos juntos no es una frase vacía, sino una necesidad que ha
funcionado en más de una ocasión, y que vuelve a pedir el lugar que le
corresponde.
Usemos astutamente las herramientas que tenemos a la mano para dar
información a las personas que están hipnotizadas con el hechizo mediático,
llamemos al fortalecimiento de los consejos populares y veamos claramente que
como en el caso Ayotzinapa, Oaxaca 2006- 2007, Atenco, Cherán, 2 de octubre y
demás, el responsable es el sistema capitalista, el cual se engorda de las
riquezas de los pueblos sometidos a su yugo. La izquierda debe superar sus
vicios, sus atrasos, pues en gran medida son estos los culpables de la falta de
dirección de la lucha social.
Agitación, organización revolucionaria, así como
lucha incansable contra el oportunismo y contra la falta de preparación, son
las medidas para mantener la lucha, de lo contrario, el complejo y bien armado
sistema capitalista aplastará el movimiento sin dificultad. Los pueblos en
defensa de los recursos naturales en diversas partes de la geografía
internacional han puesto el ejemplo de que otra forma de gobierno, fuera de las
urnas, es posible. Nosotros, obreras, campesinos y estudiantes conscientes,
tenemos el deber de seguir ese camino, pues con decisión y sacrificio, las
herramientas del capitalismo siempre han sido y serán insuficientes para
contener la fuerza revolucionaria. •
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