La explotación de la mujer


Frida Arizmendi

México por la Democracia y la Independencia (1994) de David Alfaro Siqueiros
Medidas: 5.50 x 11.98 m.

En esta  sociedad capitalista la mujer proletaria es la más explotada, ya que además de sufrir las  miserias como cualquier trabajador, tiene que sobrellevar las cargas domésticas. Sufre las repercusiones de su opresión en distintas maneras, pero no sólo actualmente. Estas prácticas han tenido su proceso  histórico que se ha ido estructurando junto con la sociedad de clases. 


La violencia como consecuencia de la misma opresión que la ha ido enajenando, presenta profundas raíces sociales y culturales que tienen que ver con el papel de sumisión al que la mujer ha sido relegada. La prensa, la radio, el cine, la publicidad o la televisión, y en general toda la industria de la cultura, revela imágenes de la mujer que nutren ese patrón que muestra una visión deformada de la mujer como víctima, objeto y sexo débil.


Lo anterior nos lleva a preguntarnos, ¿en que momento la mujer adoptó el papel de oprimida y se sojuzgo a la familia? o más la duda si ¿son por nuestras razones biológicas o naturales las que nos someten a este papel del segundo sexo o sexo inferior?. Parte del problema sobre la dogmatización de la definición del papel de la mujer en la sociedad, es culpa de la mala aplicación de la antropología en el estudio del origen de las sociedades. El  origen  histórico de la opresión de la mujer y su papel atreves de los medios de producción, nos dice que la aparición de la propiedad privada supuso, de alguna manera, la creación de la familia monógama: esta institución es necesaria para confirmar la fidelidad sexual de una mujer hacia un hombre, con esto la transferencia de dicha propiedad a sus descendientes,  para mantener la ideología impuesta por la clase dominante en constante reproducción y por ende, la explotación de la mujer. 


El hombre, siendo nómada, tuvo la necesidad de mejorar su calidad de vida  ante los cambios estructurales de la geología de la tierra, también sufrió cambios fundamentales en el cuerpo como la expansión del cerebro y marcha bípeda, que le dieron las posibilidades a nuevas adaptaciones en diferentes ambientes, creando herramientas de trabajo para llevar a cabo diferentes actividades productivas que se fueron aunando a los grupos, como la agricultura, la pesca, la ganadería y la caza. Conforme fueron avanzando los métodos en la producción, se hizo posible obtener más de lo que se necesitaba para la longevidad de todos los miembros del grupo, es decir, había un excedente de productos para sobrevivir, provocando que algunos integrantes dejaran de trabajar para  el sustento propio y de la comunidad, y así diera la apertura tanto a la desigualdad en la sociedad, como a la consolidación de la propiedad privada. La desigualdad económica no es natural en los seres humanos, es un hecho histórico que con unos cuantos fue creada dicha diferencia y conflicto de clases, por ello es totalmente anulable. 



Conforme se fue estructurando la sociedad, la división sexual del trabajo se concentró en que los hombres se encargaron de los trabajos agrícolas y otras actividades productivas, quedando las mujeres relegadas al trabajo social enfatizado en el cuidado de sus hijos y la conservación de la familia. Sin más, el origen de la opresión de la mujer está fuertemente vinculada con la trasformación del trabajo de unos para el beneficio del otro. El devenir de los intereses de la burguesía como apropiadores de los excedentes de producción  de los trabajadores, toma partido en los aspectos no sólo físicos de la sociedad, si no también mentales, con los cuales nos ha hecho creer que la acumulación de la riqueza es un acto natural en las relaciones sociales. 


Las formas de lucha por la emancipación de la mujer se han inclinado únicamente en conseguir los mismos derechos del trabajador varón, quizá es por ello que no se logra una total liberación del sexo. Las mujeres que forman parte de la clase dominante han participado en este tipo de luchas cuidando siempre sus intereses de riqueza, pero, como lo planteaba desde el inicio, las mujeres que sufren las repercusiones de su opresión son de la clase proletaria. Otro factor que es importante mencionar es que la liberación de la mujer ha sido un medio de lucro a gran escala, pues hoy en día se considera la emancipación de la mujer como la libertad de poder comprar cosméticos y ropa de moda que solo están destinadas para dar un buen aspecto y poder ser aceptadas por un círculo social atiborrado de ideas provenientes  de  la clase dominante, cosa que no es siempre posible, pues ni siquiera nuestro sueldo como trabajadoras nos rinde para satisfacer todas estas necesidades que están destinadas al consumismo absurdo. 


El levantamiento (1931). Diego Rivera.
Medidas: 1.90 x 2.40 m.
Proponer una coalición de sexos para la  abolición de la propiedad privada puede despertar ciertas inquietudes de desconfianza por el machismo y prejuicios de actos violentos practicados por el hombre hacia la mujer. Este conjunto de actitudes, de falsas ideologías y de conciencias equivocas, no son más que engendros del sistema capitalista. La burguesía se apoya de éstas para dividir a la clase obrera y debilitar su lucha de resistencia, también las mujeres ricas están de acuerdo con mantener la subordinación de la mujer trabajadora y en mantener sus privilegios de clase dominante, traicionando a su sexo, como sucede entre hombres. El camino de la emancipación de la mujer debe estar inclinado no en una lucha entre sexos: debe ser en conjunto en contra del sistema, con el objetivo de buscar la calidad de vida que tanto mujeres como hombres nos merecemos, buscando la igualdad, eliminando la propiedad privada y la burguesía. 




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