Roque García.
“Removamos todas las trabas que impiden el triunfo del proletariado, cambiemos el mundo de base, hundiendo el imperio burgués” Himno comunista la internacional.
Al otro día había que trabajar, la rutina del domingo en Chicago es rota por un mar de voces sobre la avenida Michigan que reclaman una jornada laboral de 8 hrs. y condiciones aceptables de trabajo ante la explotación en aumento por parte de los industriales norteamericanos, son miles de obreros y obreras que van a huelga el 1 de mayo de 1886. El estado ordena el sofocamiento inmediato del movimiento pues amenaza el orden social y la civilización estadounidense, la mas libre y democrática. El final será: asesinato y detención durante las manifestaciones de decenas y la horca, tras un asqueroso proceso judicial de Augusto Spies, Michael Schwab, Samuel Fielden, Adolfo Fischer, George Engel, Luis Lingg, Oscar Neebe, Rodolfo Schmaubelt y William Seliger, cuyos asesinatos intentarán dar una lección al movimiento.
Caricatura Obrera |
La clase burguesa, empresarios y banqueros imponen su versión de los hechos “solo eran vagos violentos”, queriendo borrar así estos pedazos de historia que delatan su vocación explotadora y asesina, pero más importante aún, enseñan a los trabajadores del mundo que sí hay organización existe mucho más fuerza, y que la fuerza de un pueblo organizado puede llevar al derrocamiento del orden burgués. Que el 1 de mayo se considere festivo habla de esta deformación hecha por la burguesía; pero sus intentos chocan con la memoria de las y los trabajadores concientes porque nos recuerda que la cuenta está pendiente con este sistema de explotación de seres humanos y sus defensores, que los discursos de los títeres políticos del capitalismo sobre democracia y libertad ocultan el problema de fondo y que dentro de su juego político nada cambia a profundidad. ¿Cuál es la diferencia entre aquellos que aplastaron las huelgas en Chicago por esos años y quienes gobiernan hoy? Ninguna. Hablan de derechos de los trabajadores, de instituciones que median las relaciones obrero-patronales, de derecho al trabajo y leyes que aplican por igual; supuestamente, cuando estos “representantes del pueblo” aprueban una reforma laboral al estilo de los gobiernos europeos donde hace ya un rato las manifestaciones y huelgas nos hablan de los “beneficios” que traen, porque estas políticas no se limitan a un país, sino golpean aquí y allá a los trabajadores del mundo. Este sistema político, con sus partidos e instituciones no tiene nada de democrático, que se sepa, tampoco es novedad.
Todo esto viene a ser una confirmación de que nada en esencia ha cambiado, la explotación del trabajador continua ágilmente, las limosnas en forma de salarios y la riqueza de un puñado sobre la pobreza de la mayoría; aunque la clase “media “ responda que no es así, una crisis la tumbaría de su nube, en una sociedad donde la división en clases sociales antagónicas es más notoria, hoy como ayer. Y continua así toda la cadena de males que arrastra consigo el sistema y, mientras este siga en pie por el mundo existirá corrupción, crisis, desempleo, pobreza, violencia etc. donde el único valor es el dinero.
Se habla del siglo XXI como sinónimo de avances tecnológicos importantes en las últimas décadas, de innovaciones en las comunicaciones e investigaciones, creando una especie de “otro mundo” y dejando de lado las situaciones de hambre, miseria total, explotación que se tienden desde África, América, Asia e incluso Europa, que lógicamente permanecerán bajo este orden de cosas, mientras no se haga algo. Y aunque es innegable lo importante que han llegado a ser estos avances, su posibilidad de aplicación para beneficio de la humanidad en el sentido de erradicar el hambre, las enfermedades curables que matan, etc., es poca con esta visión del “tanto tienes, tanto vales”, curioso es que hablen de responsabilidad de todos en el actual desequilibrio ecológico.
Entonces no solo deberíamos recordar la lucha de las y los trabajadores en aquellos años, sino ver que las razones de luchar por una sociedad y un mundo libre de explotación del hombre por el hombre siguen mas que vigentes. No se puede hablar de democracia cuando un trabajador no tiene tiempo para participar concientemente en cuestiones políticas porque se pasa más de 8 horas al día trabajando y lo único que quiere es dedicar tiempo a vivir o descansar. Los homenajes sirven para poco, los lamentos para nada; el pesimismo es lo peor. Ante lo irracional del sistema capitalista solo queda continuar organizándonos y dotándonos de más y mejores armas teóricas y prácticas para la lucha de clases, sabiendo que al lado de la clase trabajadora de todos los países está la razón, y que en ella se deposita la semilla de la sociedad socialista como el camino a una situación mucho mejor.
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