La izquierda en los veinte (Parte II) La CGT

Por M. Franchute

Del 15 al 22 de febrero de 1921 el auditorio del Museo Nacional presentó una animación importante; un evento histórico para varios de los asistentes y un hecho poco común entre la izquierda militante, en la Primera Convención Roja de la Federación Comunista del Proletariado Mexicano se estaba conformando, entre anarquistas, comunistas y sindicalistas revolucionarios, una organización obrera, una central sindical roja, la Confederación General de Trabajadores (CGT). Nacida entre huelgas, llevaría su sello distintivo durante mucho tiempo: la acción directa. 

Asistentes a la Convención Roja, al centro M. D. Ramírez, A. Araoz de León y J. C. Valadés 


Movilización y organización obrera

Años antes la represión constante impulsada por el gobierno de Venustiano Carranza acumuló indignación proletaria. En aquel difícil periodo caería la Casa del Obrero Mundial, uno de los baluartes de la organización obrera. De tal modo cuando el grupo sonorense, encabezados por el gobernador Adolfo de la Huerta, lanza el plan de Agua Prieta para destituir a Carranza en 1920 los trabajadores hicieron lo que sabían hacer: huelgas, esta vez para derrotar al gobierno opresor. Mas las movilizaciones no terminaron cuando se nombró el nuevo presidente interino, de la Huerta, sino que se prolongaron durante todo el año de 1920; en uno de los meses álgidos, julio, estuvieron en huelga más de 65 mil trabajadores. Había la sensación de victoria y así lo celebraron, con una oleada huelguística sin precedentes en la historia del país.

De manera paralela a este convulsivo proceso se generaron organizaciones obreras muy importantes. La Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), que poco a poco irá burocratizándose, abandonando los principios de lucha y pactando con el Estado, surgió tras un congreso obrero en mayo de 1918. Desde su nacimiento el aparato y la dirección de la CROM (de la que hablaremos particularmente en un artículo posterior) recae en los sectores más reformistas del sindicalismo de la época y que intentarán constantemente conquistar posiciones dentro de agrupaciones obreras autónomas, tal es el caso de la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, donde la CROM encontraría su columna vertebral. 

Este tipo de acciones de la dirección de la CROM generará que existan sectores de izquierda disidentes que la abandonen o que radicalicen su postura frente a la Confederación. El ejemplo más emblemático de este proceso se da en la ruptura de la Federación del DF y que abriría el paso, en diciembre de 1918, a la formación del Gran Cuerpo Central de Trabajadores que se va a presentar como una opción viable frente a la CROM, aunque constreñida a la Ciudad de México. Este Cuerpo Central tendrá una vida muy corta, pero con su participación en las luchas de inicios de 1919 llegará a integrar 117 grupos obreros en sus filas, principalmente harineros, tranviarios, textiles, panaderos, ferrocarrileros; sin embargo la organización desaparecerá en mayo del mismo año producto de la represión carrancista.

Poco después en el contexto del interinato presidencial de de la Huerta, a iniciativa del Partido Comunista, se crearía el 11 de agosto de 1920 la Federación Comunista del Proletariado Mexicano con la intención de reagrupar los gremios del extinto Cuerpo Central. Entre las organizaciones se encontraban el Sindicato de Obreros Panaderos del DF, la Federación de Obreros y Empleados de la Compañía de Tranvías de México, Unión de Obreros y Empleados de la Compañía Telefónica Ericsson, la Federación de Hilados y Tejidos del DF, La Unión de Obreros y Obreras y Empleados de “El Buen Tono” y la Unión de Obreros y Obreras de “El Palacio de Hierro”. Existen tres características importantes de la Federación, por un lado entienden que la manera de enfrentar a la patronal es a través de la acción directa, es decir con huelgas contra sus respectivas patronales y el uso de la huelga solidaria y, por otro lado, la convivencia de anarquistas, anarcosindicalistas y comunistas dentro de la misma; además que estas tendencias tomarán conciencia de la intención de la CROM, al ligarse a la amarilla American Federation of Labour (AFL), de controlar el sindicalismo latinoamericano, razón por la cual convocarán a la Convención Roja de inicios de ´21.  

Local del Sindicato de panaderos y de los jóvenes comunistas 
El parto de la CGT

A la inauguración de la reunión fundacional de la CGT asistieron 65 delegados representando 50 agrupaciones de distintos estados de la República Mexicana: 37 organizaciones obreras y campesinas, 12 grupos culturales comunistas y anarquistas y una delegación de obreros salvadoreños; se calcula un total de 36 mil obreros representados. La primera resolución aprobada fue que la CGT se desvinculaba de todo partido político, negándoles la “personalidad en la lucha revolucionaria”, a excepción del Partido Comunista que era caracterizado como “una organización netamente revolucionaria en la lucha” y se le concedían los derechos de grupo cultural dentro de la CGT encaminados a la educación y el posicionamiento ideológico. 

En la segunda resolución se desconocía a la Confederación Panamericana del Trabajo impulsada por la AFL y la CROM, al mismo tiempo se propugnaba por una Confederación Obrera Revolucionaria para América. En la tercera resolución se acordaba la adhesión a la Internacional Sindical Roja ligada a la Internacional Comunista que fue creada tras la Revolución Rusa para luchar por la revolución mundial en clara disociación del reformismo. La cuarta resolución condenaba la represión contra el sindicalismo del continente americano encabezada por el terror blanco y se tomaron medidas para auxiliar a las víctimas; tras esto habían nacido los rojos

La autodefinición de la nueva central obrera era la siguiente: “La Confederación General de Trabajadores no es organización política: Es rebelde, antiestatal y libertaria. No predica la paz y la armonía entre lobos y ovejas, esto es, entre verdugos y explotados, entre capitalistas y obreros”, el principio fundamental es la lucha de clases entre explotados y explotadores sin nada en común; así mismo la táctica es la acción directa, exenta de toda política burguesa, con la aspiración suprema del comunismo libertario reconociendo la dictadura transitoria del proletariado constituido en Consejos Obreros Campesinos y Soldados como medio de alcanzar el comunismo. Eran posiciones políticas avanzadas y que se venían a contraponer directamente con los planteamientos de conciliación encabezados por la CROM, y a la idea de los caudillos revolucionarios victoriosos de abrazar al Capital con corazón (estadounidense principalmente) que no fuera tan explotador, donde el Estado funcionaría como un arbitro regulador de la lucha de clases, principalmente de la parte obrera pues pudiese ser incómoda, imprudente y explosiva.

La posición ideológica de la CGT fue uno de sus rasgos más característicos; el grupo político dirigente, el Centro Sindicalista Libertario y donde figurarían Rafael Quintero, José C. Valadés (quien había pertenecido a la Juventud Comunista pero que cambió y consolidó su militancia en las filas de la CGT), Alberto Arauz de León y Luis Araiza (quien salió de las filas cromistas, junto a Rosendo Salazar y José G. Escobedo, tornándose uno de los dirigentes más visibles del anarcosindicalismo), se preocupaba por que la CGT fuera consecuente con el sindicalismo revolucionario, apartándose de toda participación en la contienda política electorera. El Centro Libertario, a diferencia del dirigente Grupo Acción de la CROM, actuó de forma abierta por medio del periódico Verbo Rojo, en actos culturales, mítines, veladas, conferencias, libros y una fuerte presencia en la Federación Local del DF. 

Estos anarquistas, que darían el paso al anarcosindicalismo al fomentar la CGT y sus predecesoras, ideológicamente hablando compartían como positiva la experiencia revolucionaria de Rusia y el gobierno obrero que de ella dimanó; por esta situación se logró una convivencia inicial con los comunistas; sin embargo, las posiciones políticas dominantes anarcosindicalistas romperían, al vislumbrarse el enfrentamiento político entre anarquistas y comunistas en la Rusia Soviética y el mundo, con el sector comunista y se perfilarían a ejercer la presencia política principal dentro de la CGT. Finalmente en el primer Congreso de la Confederación, en septiembre de 1921, los comunistas fueron relegados hasta que decidieron abandonar la Central Roja.   

Los Rojos en acción

Grabado de la época que aparecía comúnmente en
el periódico El Machete
Desde su nacimiento y durante mucho tiempo la columna vertebral de la organización libertaria sería la Federación de Sindicatos de trabajadores de Hilados y Tejidos del Distrito Federal, Estado de México y Anexos que agrupaba a más de 9 mil trabajadores. De la misma forma tendría un crecimiento importante durante sus tres primeros años de vida, a la par que intervenía en las luchas de diferentes sectores del proletariado; se agruparon organizaciones de tranviarios, panaderos (uno de los sectores más importantes y radicales del DF), trabajadores municipales, cigarreros, trabajadores del Palacio de Hierro, telefonistas, carteros, ceramistas, jaboneros; de la misma forma obreros de Sonora, Atlixco, San Luis Potosí, Guadalajara, Mexicali, Puebla, Orizaba, Mérida, Veracruz; poco después se incorporó la Cámara del Trabajo de Zacatecas, trabajadores de Sonora, Sinaloa, Nayarit y los importantísimos batallones petroleros de la Huasteca y Tampico; de tal modo que en su periodo esplendoroso de 1923 llegó a agrupar a más de 60 mil trabajadores.

Enfrentados constantemente con el Estado, la Iglesia y los capataces regionales, la CGT estuvo presente, ya sea con huelgas directas o solidarias, en buena parte de los conflictos obreros de la década de los veinte. Recién inaugurada levantó las banderas solidarias por los ferrocarrileros huelguistas que buscaban el reconocimiento de la recién creada Confederación de Sociedades Ferrocarrileras; participaron en las huelgas textiles del sur del Distrito Federal, una de 1922, en San Ángel, contra los despidos laborales terminaría en una masacre cuando Celestino Gasca (líder de la CROM y entonces jefe del Departamento del DF) lanzó a la policía para reprimirlos; impulsaron la acción directa en el conflicto tranviario a inicios de 1923, en aquella lucha un grupo de obreros trató de impedir la marcha de un tranvía protegido por soldados iniciando un enfrentamiento que culminaría con la toma por parte del ejército de su edificio sindical con un saldo de muertos y heridos por ambos bandos y más de 150 cegetistas presos. Durante la huelga general ferrocarrilera de 1927 los textileros cegetistas se fueron a la huelga en todas las factorías del Valle de México, mientras las telefonistas de la Ericsson mitineaban en las puertas de los talleres de Nonoalco donde seguían trabajando los esquiroles por lo que serían detenidas por la policía. 

Finalmente para finales de la década de los veinte la CGT se mostraba muy desgastada; la represión, ciertas políticas de aislamiento frente a otros sectores radicales y proletarizados, el no encontrar la manera de fortalecer la organización que en parte pasaba por el fortalecimiento de sindicatos de industria, el alejamiento de grupos obreros de sus filas y la lucha ideológica dentro de la Confederación hicieron que estuviera muy débil y desorientada como para capitalizar el desmoronamiento de la CROM a principios de los años 30 y la aparición y crecimiento de fuertes sindicatos industriales; todo ello derivaría en prácticas  oportunistas y de corrupción desprestigiando enormemente a la vieja Central Roja. 

De forma general la CGT representa los avances y limitaciones del movimiento y la organización obrera tras la fase armada de la Revolución; no cabe duda que es una de las mejores experiencias del proletariado mexicano, sobre todo cuando se planteaba la lucha de clases como la contradicción fundamental de la sociedad y por lo cual no había conciliación de intereses, al mismo tiempo sus experiencias de lucha (la huelga directa y solidaria) deben ser colectivizadas en el movimiento obrero actual por ser tan aleccionadoras e inspiradoras; sin embargo, es preciso plantearse claramente que el apoliticismo extremo que los llevaría a un fetichismo sindicalista fueron una fuerte limitante para encauzar el movimiento obrero por una posición más revolucionaria y los aislaría de sectores industriales clave. Sin duda la CGT vive en la memoria colectiva del movimiento obrero mexicano, el cual debe extraer sus lecciones, potenciar la lucha obrera contra el Capital y hacer realidad la perspectiva de todos los rojos: una sociedad comunista.  

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