Hogar (pt.1)


Este texto ha sido adaptado del documental Hogar (2009), creación del fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand y disponible gratuitamente en internet (
https://www.youtube.com/watch?v=tWDfH5ZO7ys). La cinta muestra fotografías aéreas de variados lugares del planeta y trata de brindar un poco de perspectiva sobre el impacto que ha tenido en la vida y el equilibrio ecológico, ésta manera en que existimos dictada por el sistema capitalista. Expone algunos datos con rigor científico pero no debe dejar de verse – o leerse- de manera crítica, con curiosidad si se puede. Quien lee u observa es dueña del análisis final. Recomendamos ver, compartir y discutir el documental.



Lee con atención, por favor. Eres como yo, un Homo sapiens. Una humana inteligente.

La vida, hasta el momento única en el inmenso universo, apareció hace alrededor de 4 mil millones de años. Piensa cuánto te tomaría contar del 1 al 4,000,000,000; ahora piensa que cada número que contaras demorara un año entero en avanzar. Nosotros los humanos aparecimos en la escena hace apenas 200,000 años, sin embargo hemos tenido éxito en romper el balance que es tan necesario para la vida. Lee cuidadosamente esta historia extraordinaria, que es la tuya, y decide qué quieres hacer con ella.

Al principio, nuestro planeta no era más que un caos de fuego formado por el despertar de una estrella, el sol, que nació de una nube giratoria de gas, roca y partículas de polvo que se fueron juntando gracias a la fuerza de gravedad, como muchísimos otros enjambres más en el universo. Mucho tiempo después, aquí en nuestra esfera gigantesca, la vida, cosa fantástica, apareció. La vida, nuestra vida, es una cadena de innumerables seres vivientes que han tenido mejor suerte genética que otros en casi 4 mil millones de años de transcurso. Aún hoy, nuevos volcanes continúan esculpiendo nuestros paisajes, dejándonos ver cómo era nuestra Tierra en su nacimiento: un magma de roca surgiendo de las profundidades que se coagula, se agrieta, se hincha o se extiende en finas capas, antes de quedar dormido por un tiempo, a manera de suelo.


La atmósfera original de la Tierra era una que no tenía oxígeno ¿Cómo respirar sin el oxígeno? Era una atmósfera densa, repleta de dióxido de carbono, espesa por el vapor de agua. Un horno. Sin embargo, nuestro planeta tuvo un futuro excepcional gracias al agua. Una vez que las temperaturas disminuyeron y a la distancia correcta del sol, ni muy lejos ni demasiado cerca, la Tierra ha podido conservar el agua en forma líquida. El agua en forma de vapor se condensó y cayó en tormentas torrenciales, haciendo nacer los ríos. Los ríos modelaron la superficie de la Tierra, en ella trazaron sus cursos, surcaron valles, y se fueron vertiendo en los lugares más profundos del globo para alimentar los océanos. Los ríos arrancaron minerales de las rocas, y poco a poco el agua dulce que llegaba al océano se cargó de sal.

El agua es un líquido vital, ella riega a nuestro planeta que de otra forma sería roca estéril. Los caminos que traza son como las venas del cuerpo o las ramas de un árbol. Los metales y minerales son aún más antiguos que el planeta, son polvo que proviene de las estrellas y que le dan a la tierra sus colores. El rojo del hierro, el negro del carbono, el amarillo del azufre.

¿De dónde venimos? ¿Dónde surgió la primera chispa de vida? Tenemos teorías pero hasta el momento sigue siendo un problema sin resolver, ¿viene del espacio tal vez? desgraciadamente no teníamos cámaras de vídeo hace 3,500 millones de años, esas vinieron hace casi nada, apenas unos 100 años. Al final, muy pocos y pocas se interesan, la inmensa mayoría ni si quiera puede dedicarse a hacerse ese tipo de preguntas, es caro.


Algunas formas primitivas de vida aún existen, como milagro temporal, en los manantiales calientes del planeta, ellas les dan sus colores extravagantes. Son llamadas Arqueas y se alimentan del calor de la Tierra, salvo una, la cianobacteria o alga verde-azul. Sólo ella tiene la capacidad de girarse hacia la luz del sol para capturar su energía. Es una de las más grandes antepasados de todas las especies de plantas de ayer y de hoy. Esta pequeña bacteria y sus miles de millones de descendientes cambiaron el destino de nuestro planeta. Transformaron su atmósfera.



¿Qué pasó con el dióxido de carbono que envenenaba el cielo? Sigue aquí, pero está atrapado por las rocas que cubren el planeta. En ninguna parte se puede leer mejor su historia que en las paredes del Gran Cañón de Colorado, en sus enormes muros es posible observar casi dos mil millones de años de la historia terrestre. En otros tiempos, el cañón era un océano lleno de minúsculos organismos que formaban sus conchas acumulando el carbón disuelto en la atmósfera. Tras su muerte, esos caparazones caían acumulándose en el suelo oceánico. Los estratos del Gran Cañón son conchas acumuladas de esos millones y millones de microorganismos. Gracias a ellos, el carbón se drenó de la atmósfera y otras formas de vida pudieron desarrollarse.

Fue lo viviente lo que modificó la atmósfera. Lo vegetal se alimenta de la energía del sol que le permite romper las moléculas de agua y desprender el oxígeno, llenando el aire con él. El agua en nuestro planeta y el oxígeno que respiramos están profundamente unidos, como todo. El ciclo del agua de la Tierra es un eterno volver a empezar, cascadas, vapor de agua, nubes, lluvias, manantiles, arroyos, ríos, mares, océanos, glaciares. El ciclo no se rompe jamás. La cantidad de agua en la Tierra ha permanecido igual en al menos 2 mil millones de años. Es la misma que han bebido la mayoría de especies que se han sucedido. Qué materia increíble es el agua, una de las más inestables, puede tomar la forma líquida del agua corriente, la gaseosa del vapor, o la sólida del hielo.

La motor de la vida es el vínculo. Todo está enlazado. Nada es autosuficiente. El agua y el aire son inseparables, unidos de por vida y para nuestra vida en la Tierra. Así, las nubes que se forman sobre los océanos aportan la lluvia a las masas de tierra, que aportan el agua de sus ríos a los océanos. Todo es compartir. El 70% del oxígeno, gas indispensable para no morir, proviene de las algas que colorean la superficie de los océanos. Nuestra Tierra se apoya en un equilibrio en el que cada ser tiene un papel que jugar y que sólo existe por la presencia del otro. Una equilibrio sutil, frágil, que puede romperse por nada. Los corales nacen de la unión de esas algas vitales y las conchas. La Gran Barrera de Coral, frente a las costas de Australia, se extiende más de 350, 000 kilómetros cuadrados y es el hogar de 1,500 especies de peces, 4,000 de moluscos y unas 400 de corales. El equilibrio de todos los océanos depende de estos corales. El arrecife ha perdido más de la mitad de coral desde 1985.



La Tierra cuenta el tiempo en miles de millones de años. Le tomó más de cuatro mil millones de años (detente: cuenta hasta 4,000,000,000) en parir árboles. En la cadena de las especies, los árboles son un pináculo, una escultura viviente y perfecta que desafía la gravedad. Son el único elemento natural en perpetuo movimiento hacia el cielo que crece sin prisa rumbo al sol que nutre su follaje. El árbol ha heredado de las minúsculas cianobacterias el poder de captar la energía de la luz para acumularla y alimentarse de ella, convirtiéndola en madera y hojas, que luego se descomponen en una mezcla de agua, minerales, vegetales y materia viva. Así, poco a poco, se han ido formando los suelos que son indispensables para la vida. Los suelos son la fábrica de la diversidad biológica, son un universo de actividad incesante donde los microorganismos se alimentan, cavan, se airean y transforman. Ellos fabrican el humus, la capa fértil a la que todo ser vivo en la Tierra está ligado.

¿Qué sabemos de la vida en la Tierra? ¿Cuántas especies conocemos? ¿Una décima parte de ellas? ¿Una centécima? ¿Qué sabemos de los vínculos que las unen? La Tierra es maravillosa. La vida continúa siendo un misterio. Las agrupaciones de animales se han adaptado a la naturaleza de su pasto, y su pasto a ellas, ambas partes sacan provecho, el animal para su hambre y el árbol para sus nuevos brotes. En la grandiosa vida de la Tierra, cada especie tiene su papel, cada especie tiene su lugar. Ninguna es inútil o dañina. Todas se equilibran.

Y ahí es donde tú, Homo sapiens, humano que piensa, apareces en la historia. Te beneficias de un fabuloso legado de más de 3,500 millones de años que la Tierra te da (ahora sí, detente: cuenta hasta 3 500 000 000). Sólo tienes 200 mil años, pero ya has cambiado la faz del mundo. A pesar de tu fragilidad, has conquistado todos los ecosistemas y tomado posesión de territorios enteros, lo que ninguna especie había hecho antes de llegar tú. Después de 180 mil años de nomadismo y gracias a un clima más clemente, las humanas se asentaron. Ya no dependían de la recolección y la cacería para sobrevivir. Escogieron vivir en ambientes húmedos cercanos a cuerpos de agua dulce abundantes en peces, presas y plantas salvajes, combinación de tierra, agua y vida. El ingenio humano logró la construcción de canoas, un invento que abrió nuevos horizontes convirtiendo los humanos en navegantes. Aún hoy, la mayor parte de la raza humana no ha abandonado las líneas costeras de los continentes o las orillas de ríos y lagos. Tal vez donde vivas haya un río cerca.

¿Cómo se puede conquistar el mundo con un estómago vacío? La invención de la agricultura cambió el futuro de ese animal salvaje que era el hombre en busca de alimento, transformó la historia de la humanidad. Es la primera gran revolución realizada por las humanas. Apareció hace menos de 10 mil años y cambió nuestra relación con la naturaleza, puso fin a la incertidumbre de la caza y la recolección, aportó los primeros excedentes alimentarios y dio nacimiento a ciudades y civilizaciones.


Para la agricultura, los humanos sometieron la energía de especies animales y vegetales y comenzaron a sacar beneficios. El recuerdo de miles de años de recolección se borró con facilidad. Hicieron de los cereales su gérmen de vida y aprendieron a combinarlos con diferentes suelos y climas; aprendieron a hacerlos crecer y a multiplicar sus variedades. Como todas las especies en la Tierra, la principal preocupación del humano es la alimentación propia y la de sus congéneres, por aquel entonces comenzándose a agrupar en familias. Cuando el suelo es menos generoso y el agua se vuelve escasa, somos capaces de hacer prodigiosos esfuerzos para extraer de la tierra suficiente para continuar vivas.

Los humanos han modelado espacios con la paciencia y devoción que la tierra exige en un casi ritual de sacrificio realizado sin cesar. La agricultura todavía es la ocupación más extendida en el mundo. La mitad de la humanidad cultiva aún la tierra, más de tres cuartas partes lo hacen con las manos. La agricultura es como una tradición transmitida de generación en generación entre sudor, trabajo y esfuerzo.

Las primeras ciudades aparecieron hace menos de 6,000 años. Fue un gran salto en la historia de la humanidad, en parte gracias a que la agricultura comenzó a generar los primeros excedentes alimenticios, propiciando el surgimiento de asentamientos cada vez más grandes y promoviendo la noción de propiedad privada. La única energía a disposición de las humanas fue dada por la naturaleza y la fuerza de sus cuerpos. Esa fue la historia de la humanidad durante milenios y aún la es para una persona de cada cuatro, es decir, para más de mil quinientos millones de seres humanos. Más que toda la población de los países ricos reunidos.

Las acciones humanas cambiaron los medios de obtención de alimentos, pasando a la producción de los mismos. Esto transformó la inteligencia colectiva humana y los seres humanos cambiaron su actuar con ella. Todas nosotras formamos parte activa de una relación en la que si bien nos moldea la realidad material, física, en la que vivimos, nosotros también somos capaces de modificarla. Con la división de trabajo y los excedentes, el agricultor se convirtió en artesano, comerciante o vendedor ambulante. L a opresión de la mujer yaestaba asentanda. Lo que la tierra le daba al agricultor, las y los habitantes lo compraban, lo vendían o lo intercambiaban. Los bienes cambiaban de mano junto con las ideas.

La genialidad humana estaba en haber tenido siempre noción de su debilidad. El equilibrio entre los seres humanos y el planeta permaneció durante mucho tiempo igualado. No tomar de la Tierra más que lo estríctamente necesario porque el planeta da alimento a las personas, las viste y satisface sus necesidades cotidianas. Todo proviene de él. Querían extender las fronteras de su territorio pero conocían muy bien sus límites. La energía y fuerza física que la naturaleza no les había dado fue encontrada en los animales que domesticaron para que les sirvieran.


Después de depender del poder muscular por miles de años, la humanidad encontró la forma de obtener la energía enterrada profundamente en la Tierra. Las llamas del petróleo son también de plantas y restos biológicos. Energía pura. La energía del sol capturada durante millones de años por millones de plantas hace más de 100 millones de años. Es carbón. Es gas. Pero sobre todo, petróleo. Esta energía nos liberó a varios de trabajar la tierra. Con el petróleo comenzó la era de las humanas que se liberaron de las ataduras del tiempo. Con el petróleo algunos pocos de nosotros hemos conocido una comodidad de la que la humanidad no se había beneficiado nunca. Y en 50 años, en una generación, la Tierra ha sido modificada más radicalmente que por todas las generaciones anteriores.

Todo se acelera.

En el transcurso de los últimos 60 años, la población de la Tierra se ha casi triplicado, y más de 2 mil millones de personas se han mudado a las ciudades.

Todo se acelera.

Shenzhen, en China, con sus cientos de rascacielos y sus millones de habitantes, todavía era una pequeña aldea de pescadores hace escasamente 40 años. En Shangai, 3 mil torres y rascacielos se construyeron en los últimos 20 años. Cientos más se construyen continuamente.

Todo se acelera.

Nueva York, la primera megalópolis del mundo, es el símbolo de la explotación de la energía con que provee la Tierra al humano. La mano de obra de millones de inmigrantes, la energía del carbón, la increíble potencia del petróleo. Con la electricidad se inventaron los ascensores, que luego permitieron la creación de los rascacielos.
Todo se acelera.

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