Mr. boon
“Con el fin de quebrar el poder de la burguesía, se necesita algo más que
sindicatos obreros y huelgas. Pero estos sindicatos y huelgas, tienen
importancia principalmente por representar el primer intento de los obreros por
suprimir la competencia. Su existencia presupone la comprensión de que la
dominación de la burguesía se basa, solamente, en la competencia de los obreros
entre sí, es decir, en la ausencia de solidaridad, en la oposición de los
intereses de una parte de los obreros a intereses de otros. Y precisamente por
que todos sus esfuerzos están orientados, aunque sea unilateral y
estrechamente, contra la competencia, contra el nervio vital del régimen social
contemporáneo, son un peligro para ese régimen. Difícilmente el obrero podría
encontrar un punto más vulnerable en el régimen de la burguesía…”
Federico Engels, “La situación de la clase obrera en Inglaterra”.
La
teoría marxista nos brinda, a partir del análisis y participación en los
procesos revolucionarios, ciertas herramientas para interpretar el sistema, y
poder destruirlo. Sin embargo es un error considerar estos textos como un
dogma, como una teoría definitiva e inalienable. De ser así, caeríamos en un
vacio ideológico dentro del marxismo, que se caracteriza precisamente por estar
en constante evolución de acuerdo a las condiciones y contextos históricos.
También es un error creer que estos textos contienen la verdad absoluta, pues estaríamos
concibiendo al marxismo como una religión y no como ciencia. “Si en algún momento de la evolución de la
humanidad se compusiera un sistema definitivo y concluso de las conexiones del
mundo físico, espiritual e histórico, quedaría con ello cerrado el reino del
conocimiento humano, y quedando también cortada la posterior evolución
histórica, a partir del momento en que la sociedad se encontrara instituida de
acuerdo con aquel sistema: todo lo cual es un absurdo y puro contrasentido. Los
hombres se encuentran, pues, situados ante una contradicción: reconocer, por
una parte, el sistema del mundo de un modo completo en su conexión, y, por otra
parte, no poder resolver jamás completamente esa tarea, tanto por su propia
naturaleza humana cuanto por la naturaleza del sistema del mundo.“ (Engels,
“Anti – Dûhring”).
En
ese sentido, los siguientes párrafos son un pequeño aporte que intenta fomentar
el interés por la formación política, no pretendemos brindarles una fórmula
acabada para acabar con el capital, sino dar una pequeña base ideológica, dirigido
principalmente a los trabajadores de manera didáctica: definiendo una serie de
conceptos sobre sindicalismo basándonos en los textos clásicos del marxismo.
La lucha de clases.
Para que exista la lucha de clases en la sociedad, debe
de haber en primer lugar una desigualdad social, una clase superior y otra
inferior. “Toda la historia de la
humanidad, es la historia de la lucha de clases”. Así podemos observar que
el Patriarcado luchó contra los plebeyos en la antigua Roma; el rey y los
burgueses contra los nobles en la Edad Media; luego, el rey y los nobles contra
la burguesía. Hoy la lucha es entre la burguesía y el proletariado. La
constante lucha entre explotadores y explotados, es una manifestación de que
los intereses entre las clases no pueden conciliarse. La burguesía (poseedora
de los medios de producción) busca explotar cada vez más al hombre para
enriquecerse; y el proletariado (que no
posee medios de producción y se ve obligado a vender su fuerza de trabajo),
defiende sus mínimos derechos y lucha una mejor calidad de vida, sin
explotación.
“Los intereses,
las condiciones de existencia de los proletarios, se igualan cada vez más a
medida que la máquina borra toda diferencia en el trabajo y reduce casi por
todas partes el salario a un nivel igualmente inferior. Como resultado de la
creciente competencia de los burgueses entre si y de las crisis comerciales que
ocasionan, los salarios son cada vez más fluctuantes; el constante
perfeccionamiento de la maquina coloca al obrero en más precaria situación; los choques individuales entre el obrero y el
burgués adquieren cada vez más el carácter de colisiones entre dos clases.
Los obreros empiezan por coligarse contra los burgueses hasta formar
asociaciones permanentes, en previsión de estas luchas circunstanciales.” (Manifiesto
del partido comunista).
En el sistema capitalista, “el capital y el trabajo se aplican a una materia prima y hacen de
ella un producto terminado. La diferencia entre valor de la materia prima y el
valor del producto terminado, es el valor que ellos le han agregado mediante su
esfuerzo conjunto. Este valor, es un producto conjunto” y precisamente en
la división de este producto es donde se da lugar a la lucha entre el capital y
el trabajo. “El trabajo recibe su parte
en salario; el capital en beneficios. Resulta evidente que si el capital toma
en beneficios el equivalente a todo el producto conjunto, el trabajo perecerá….
Y si el trabajo toma en salarios el equivalente a todo el producto conjunto, el
capital perecerá…” (Jack London, “La lucha de clases”). Sin embargo, esto último es a
lo que aspira el trabajador, a obtener
una parte de la riqueza que surge en la producción.
“La lucha de la
clase obrera es como una planta que crece. La planta es ciega y sin seso, pero
sabe lo suficiente para estirarse sin parar y ascender hacia la luz, y no
cejará por muchos obstáculos que encuentre. ¿Cuál es el objetivo por el que
luchan los trabajadores? Esa vida digna que, de manera creciente, saben que ya
es técnicamente posible… Lo único que el trabajador exige es lo mínimo imprescindible;
que haya comida suficiente, que se acabe para siempre la pesadilla del
desempleo, que haya igualdad de oportunidades para sus hijos, un baño al día,
sábanas limpias con una frecuencia razonable, un techo sin goteras y una
jornada laboral lo suficientemente corta para no desfallecer al salir del
trabajo.” (George Orwell “Recuerdos de la Guerra Civil Española).
Un millón de trabajadores pueden organizarse para
perseguir sus intereses, y así engendraran un antagonismo social, y por ende
una lucha entre estas clases, pero los trabajadores, siguen siendo
inconscientes, al mismo tiempo, de lo que han engendrado. Pero cuando un millón
de trabajadores muestran signos inconfundibles de ser conscientes de su clase,
la situación se vuelve seria. “Las tareas
históricas del proletariado están determinadas por su ubicación social como
clase y por su papel en la producción en la sociedad y en el Estado”, aquí
la cuestión es: “¿Cómo llega el
proletariado a la comprensión subjetiva de la tarea histórica que plantea s
situación objetiva?” (Trotsky, “Acerca de los sindicatos”).
La conciencia de clase no es algo que se haga de un día
para otro, sino es una larga tarea que está llena de complicaciones. Por un
lado, tenemos la enajenación del trabajo, esa monotonía de repetir determinadas
acciones por 8 o más horas, para recibir un salario, que la mayoría de veces no
corresponde con todo el trabajo realizado, que apenas es suficiente para cubrir
necesidades básicas. Obviamente, el trabajador no llega a su casa a devorar
libros de teoría sindical ni mucho menos, lo que más quiere es olvidarse, por
lo menos durante algunas horas, del trabajo. Por otro lado, la conciencia de
clase sólo se genera en ámbitos de lucha, “el
proletariado necesita un alto nivel de educación política, de conciencia de
clase y de organización. Estas condiciones no se logran con folletos y volantes
sino únicamente con la escuela política viva, con la lucha, en el proceso
continuo de la revolución”. (Rosa Luxemburgo, “Huelga de masas,
partido, sindicatos”). Entonces,
“no se trata de que el sindicato se “anexe” a la clase trabajadora, sino de ganarse
su confianza. Si el proletariado como clase, fuese capaz de comprender
inmediatamente su tarea histórica no serían necesarios ni el partido ni los
sindicatos. Pero, por el contrario el proceso mediante el cual el proletariado
comprende su situación histórica es largo y está plagado de contradicciones
internas” (Trotsky, “Acerca de los sindicatos”).
Cuando los trabajadores adquieren conciencia de su
papel como clase social, es decir, una clase trabajadora politizada, podrán
llevar a cabo una lucha más aguda por sus derechos, pero ahora en una forma
organizada, es decir, en un sindicato.
Ahora: ¿Qué es un sindicato?
El
sindicato es una herramienta de los trabajadores que les permite luchar de
manera conjunta por demandas concretas. Los sindicatos, “tienen importancia principalmente por representar el primer intento de
los obreros por suprimir la competencia. Su existencia supone la comprensión de
que la dominación de la burguesía se basa solamente en la competencia de los
obreros entre sí, es decir, en la ausencia de la solidaridad, en la oposición
de los intereses de una parte de los obreros a los intereses de otros. Y
precisamente porque todos sus esfuerzos están orientados, aunque sea unilateral
y estrechamente, contra la competencia, contra el nervio vital del régimen
social contemporáneo, son un peligro para ese régimen.” (Engels,
“La situación de la clase obrera en Inglaterra”)
Jacob Burk, "Working Class Bulwark" (1934). |
¿Cuál es la función del sindicato?
“El fin inmediato de los sindicatos se
concreta, pues, en las exigencias del
día, en los medios de resistencia contra los incesantes araques del capital; en
una palabra, en la cuestión del salario
y de la jornada. (Resolución del congreso
de la Internacional 1866). Sin embargo, ahí no debe de quedar la tarea del sindicato. El
objetivo principal de un sindicato obrero debe ser el cambio al socialismo, o
se pasará luchando sólo por las migajas del capitalismo. Por lo tanto, el
sindicato no se debe limitar a las demandas económicas, (sin negar que son muy
importantes, pues la primera tarea del proletariado es salir de la miserable
situación), pero debe vincularlas con la
lucha en términos políticos, es decir las tareas no son solamente económicas
sino también de clase, pues “una lucha
puramente económica es una lucha contra el efecto, y no contra la causa”.
“Todo movimiento en que la clase obrera se
oponga a las clases dominantes, procurando vencerlas por una presión exterior,
es un movimiento político. Por ejemplo, el intento de conseguir por la huelga
en una fabrica o en un gremio determinado, una limitación de jornada, es un
movimiento puramente político. En cambio un movimiento encaminado a conseguir
una ley de ocho horas, etc., es un movimiento económico. Y de este modo, de los
movimientos económicos aislados, surge en cualquier momento un movimiento
político, es decir, un movimiento de la clase para ver satisfechas sus
reivindicaciones en forma general” (Marx. Carta a Bolte, 23 Feb. 1871)
Un
motivo parcial, y económico se transforma en un acontecimiento político y
revolucionario. “Por los infinitos
pequeños canales de las luchas económicas parciales, los pequeños “incidentes”
confluyen rápidamente en un rugiente mar… y se transformó en un gigantesco
trabajo a favor de la revolución… Con la extensión, clarificación y mayor
complejidad de la lucha política, la lucha económica no sólo retrocede sino que
se extiende, se organiza y se ve involucrada en igual proporción (con la
lucha política). Entre ambas se da una
acción recíproca... La lucha
económica actúa como el transmisor de un centro político a otro. Causa y efecto
se intercambian continuamente.” (Rosa Luxemburgo, “Huelga de masas,
partido, sindicatos”). Es decir, con reivindicaciones económicas de
los obreros, surge un movimiento político, un movimiento de clase donde ya no
estará en juego simplemente un aumento salaria, una reducción de la jornada,
una prima vacacional, etc., sino ya el rumbo de la sociedad. Aquí, la cantidad
se transforma rápidamente en calidad. Las acciones también incrementan su
nivel, y la huelga económica, por ejemplo, tiene una gran importancia política.
Aunque
muchos piensen que nuestro planteamiento es contradictorio en sentido de que,
por un lado pugnamos por la toma de poder de la clase obrera, pero en el otro
lado también abogamos por la lucha de intereses inmediatos, esta contradicción se debe a la cambiante
situación del capitalismo, que no se mueve en línea recta ni permanece de
manera homogénea, al contrario, el contexto histórico tiende a estar en
constante cambio y por ende, también las luchas políticas y las
reivindicaciones. No basta con invocar la revolución para que se haga, hay que
hacer un arduo trabajo previo, y a pesar de ello, no podremos estar seguros de
lo que acontezca después. Obviamente nuestra tarea no debe quedar con los
logros puramente económicos de los trabajadores. La lucha sindical representa
solamente una etapa del desarrollo del movimiento obrero; los sindicatos son un
medio, y no el fin.
La Huelga.
Es
un arma potente en la lucha por los objetivos inmediatos y finales de la clase
obrera. “La huelga es un producto
histórico que, en un momento dado, surge de las condiciones sociales como una inevitable
necesidad histórica… Su adaptabilidad, su eficiencia, los factores que la
originan, cambian constantemente… es una cambiante marea de fenómenos en
incesante movimiento. Y la ley que rige estos fenómenos es clara: no reside en
la huelga de masas misma ni en sus detalles técnicos sino en las proporciones
políticas y sociales de las fuerzas de la revolución” (Rosa Luxemburgo,
“Huelga de masas, partido, sindicatos”).
Robert Koehler, "La huelga" (1866) |
“Cuando los obreros se niegan a trabajar, todo este
mecanismo amenaza con paralizarse. Cada huelga recuerda a los capitalistas que
los verdaderos dueños no son ellos, sino los obreros, que proclaman con
creciente fuerza sus derechos… En tiempos normales, pacíficos, el obrero
arrastra en silencio su carga, no discute con el patrono ni reflexiona sobre su
situación. Durante una huelga, proclama en voz alta sus reivindicaciones,
recuerda a los patronos todos los atropellos de que ha sido víctima, proclama
sus derechos, no piensa en sí solo ni en su salario exclusivamente, sino que
piensa también en todos sus compañeros, que han abandonado el trabajo junto con
él y que defienden la causa obrera sin temor a las privaciones.” (Lenin, “Sobre las huelgas”).
Los
distintos procesos históricos nos demuestran que los grandes acontecimientos
revolucionarios siempre están acompañados de la movilización de los
trabajadores, de la huelga. La relevancia de ellas reside en el hecho de son
una manifestación organizativa, natural, de los trabajadores, y quizás sea el
arma más potente en la lucha contra la explotación. Son una escuela natural de
la lucha de clases, en la huelga se demuestra que la fuerza de los trabajadores
es más grande que la burguesía. Al paralizar ciertas ramas de la producción, se
hace evidente lo obsoleto que es la patronal, se hace evidente que los obreros
pueden poner en marcha cualquier fábrica, e incluso cualquier nación, y obtener
mejor calidad de vida. La consigna es simple, pues si nosotros producimos,
nosotros decidimos.
“Estas huelgas no son todavía más que
escaramuzas, es cierto, pero a veces son también batallas serias. No deciden
nada, pero demuestran, con indudable claridad, que el combate decisivo entre el
proletariado y la burguesía se aproxima. Las huelgas son para los obreros una
escuela de guerra que los prepara para la gran lucha, que se ha hecho
inevitable… Si el obrero que sabe que es la miseria, se decide a afrontar una
huelga, audazmente, con su mujer e hijos, si pasa durante meses hambre y
miseria y permanece firme e indomable, es que se trata de una insignificancia.
¿Qué son la muerte y las cárceles que amenazan al obrero, en comparación con la
lenta agonía provocada por el hambre, en comparación con la vista diaria de la
familia hambrienta, en comparación con la seguridad de que la burguesía se
vengará algún día en fin, en comparación con lo que el obrero está dispuesto a
sufrir antes que inclinarse ante el yugo de la clase poseedora?... Los hombres que soportan tanto para vencer a
un solo burgués, serán capaces también de romper el poder de toda la
burguesía.” (Engels, “La situación de la clase obrera en
Inglaterra”)
Sin
embargo, “La importancia política de la
huelga depende de las dimensiones y del alcance del movimiento. Si una huelga a
pesar de tener amplias dimensiones, está encabezada por jefes que desde su
comienzo la encierran en un estrecho marco corporativo, embotan su filo
político, vacían su contenido fundamental y no podrá dar los resultados
políticos que podría haber dado. Por el contrario, si una huelga que tiene por
punto de partida reivindicaciones puramente económicas, es llevada desde su
comienzo por el cauce de su combinación con la lucha política, rinde el máximo
de efecto.” (Lenin, “Sobre las huelgas”)
Giuseppe Pellizz, "El Cuarto Estado" (1901) |
La importancia de la formación política.
Sin
ofrecer formación política a las bases, la conciencia de clase no se
desarrollara del todo, y habrá un giro hacia el desclasamiento y una actitud
reaccionaria hacia la movilización. Así sucede muchas veces con los líderes de
los sindicatos, se decoloran desde el punto de vista político, y la burguesía
logra domesticar a los sindicatos convirtiéndolos en apéndices de partidos
políticos. “El obrero sufre desde la
infancia un adiestramiento burocrático y tiene fe en los superiores, lo más
importante es que aprenda a caminar sin la ayuda de nadie” (Carta
de Marx a Schweitzer, 13 sep. 1868).
“La concepción rígida, mecánico burocrática,
sólo puede concebir la lucha como producto de una organización que cuenta con
cierto nivel de fuerza…”, la iniciativa de la dirección “no consiste en impartir órdenes según los
propios deseos, sino en la adecuación más hábil a la situación dad y el
contacto lo más estrecho posible con el estado de ánimo de las masas… (Rosa Luxemburgo, “Huelga de masas, partido, sindicatos”). La
dirigencia sindical siempre tiene que estar subordinada a las exigencias y
decisiones de la base, de lo contrario, jugara en contra de los trabajadores
haciendo el trabajo de la burocracia patronal, pero desde el mismo organismo
obrero. La lucha, en esas situaciones, debe ser la purga total de aquellos
parásitos, buscando la unidad obrera y una democracia directa que venga de las
manos puramente proletarias sin ningún vínculo político con la clase dominante.
“Es indudable que
la unidad de la clase obrera sólo puede realizarse sobre bases
revolucionarias... Los sindicatos puede, o bien transformarse en organizaciones
revolucionarias o bien, convertirse en auxiliares del capital. La burocracia
sindical tomó el segundo camino… Hay una característica común en la
degeneración de los sindicatos: su acercamiento y vinculación cada vez más
estrecha con el poder estatal… poco a poco se han ido transformando en
instituciones semiestelares, y asumiendo como es lógico un carácter
semitotalitario, asilándose cada vez más a los trabajadores.” (Trotsky,
“Acerca de los sindicatos”).
Evidentemente,
la clase obrera de la que hablar Marx, Engels y Lenin, no es la misma que la de
ahora. No se puede comparar el avance en la Industria ni mucho menos, la
situación de los trabajadores, pero tampoco se puede objetar sobre la
importancia de la politización de los obreros. Actualmente contamos con
derechos que se han ido gestando por medio de grandes luchas (la jornada de 8
horas, servicio médico, prima vacacional, “prestaciones”, etc.), el hecho de
que tengamos estos derechos acarrea la “costumbre” de concebirlos como algo
establecido, permanentes, sin comprender de fondo su significado en términos
políticos, es decir implica una disminución de la importancia histórica de estos
derechos; en ese sentido muchas veces la lucha se limita únicamente en el plano
defensivo, en defender las migajas del capital sin aspirar a destruirlo; y
obviamente, al no tener unas base ideológica firme, las aspiraciones históricas
se ven limitadas precisamente porque los trabajadores no pasan a ser una clase
para sí, pues no conciben su papel revolucionario en la historia.
¿Conciliación, coordinación o independencia política?
Si
concebimos a la clase obrera, como vanguardia revolucionaria, la definición
presupone en sí, una independencia con cualquier tipo de vinculación con la
burguesía y los supuestos sectores “progresistas”. No hace falta ser un gran teórico para saber
que no es posible conciliar con aquellos seres que nos han desdichado la vida
durante siglos y siglos de explotación.
Así,
en determinadas situaciones, será necesario coordinar con diversas fuerzas
movilizadas para luchar de manera conjunta contra el enemigo en común. Sin
embargo, esta concepción, también tiene que estar subordinada al contexto
histórico en concreto, es decir, se impondrá la necesidad de golpear juntos
pero marchar por separado, pero siempre,
siempre los demás sectores tienen que estar sometidos, aunque no en términos
políticos, si de manera organizativa, al proletariado. Estas coordinaciones son
fructíferas para los trabajadores, pues ellos mismos serán los que saquen las
conclusiones revolucionarias sobre la experiencia. Nosotros daremos ciertos
fundamentos, pero la intención no es imponer tajantemente nuestra política,
sino, conforme avance el proceso, que los obreros se convenzan solos y sean
ellos quienes fundamenten sus posiciones.
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