"Cuando la hipocresía
comienza a ser de muy mala calidad, es hora de comenzar a decir la verdad.
Cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse tendrá que pasar al
ataque”. Bertolt Bretch
Autor: Pancho Rojo
Aspecto del enfrentamiento en las inmediaciones de San Lazaro |
A raíz de los enfrentamientos del
1 de diciembre han surgido una serie de polémicas, deslindes, exageraciones,
rupturas, y malentendidos entre un amplio sector de los participantes y los
espectadores del mismo. Esto no es fortuito ya que, sin duda alguna, en la
historia contemporánea de las luchas en la ciudad de México no había ocurrido
un enfrentamiento abierto de tales magnitudes, tal vez el ejemplo más cercano
en el área metropolitana sea el de los compañeros del pueblo de San Salvador
Atenco en el Estado de México quienes se enfrentaron a la cruenta represión de
la Agencia de Seguridad Estatal y la Policía Federal Preventiva en el mes de
mayo del año 2006.
Como suele ocurrir en los debates
acalorados entre las corrientes en pugna, muchas veces se polariza el debate a
niveles de descalificación, difamación y usando adjetivos que son propios de
las plumas de la burguesía. Entre verdaderos compañeros de lucha tenemos que
cuidar de no usar las herramientas del enemigo en los debates con las distintas
corrientes ideológicas, además tenemos que ser cuidadosos en no olvidar nuestro
origen clasista dentro del amplio abanico pluriclasista en el que convergen
distintos sectores que se manifiestan contra la imposición. Ya lo decía Lenin: “si
no puedes conservar las posiciones políticas, debemos conservar mínimamente las
posiciones ideológicas”.
Lo más peligroso en este tipo de
debates es intentar encontrar el culpable en las acciones de los manifestantes
y no en el Estado burgués que desde hace varios años viene incrementando la
respuesta violenta contra cualquier tipo de manifestación política, así sea
mega pacífica y gobiernista como la de
Javier Sicilia y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, la cual
tiene varios asesinatos políticos y represiones pese a su ferviente
colaboración con el gobierno; otro ejemplo, el de la “Resistencia Civil Pacífica”
de AMLO y sus distintos referentes en 6 años a quienes también les ha tocado
probar la represión y la bota del estado, claro está en mucho menor medida que
otros referentes; también están los trabajadores de la extinta Luz y Fuerza del
Centro, organizados en torno al Sindicato Mexicano de Electricistas, los cuales
han insistido en el carácter pacífico de sus actividades y, aun así, no han
evitado que se les encarcele, golpee y reprima; al igual que a
sectores del sindicato minero y metalúrgico dirigido por una persona del
priísmo: Napoleón Gómez Urrutia.
Hay otras expresiones que de
igual forma reivindican su libre derecho a la manifestación en forma pacífica,
aunque dicho sea de paso no son partidarios de poner siempre la otra mejilla,
como los normalistas rurales, indígenas y urbanos en Michoacán, en Ayotzinapa, Guerrero y en Aguilera Durango,
estudiantes que han vivido recientemente una fuerte represión llegando hasta el
punto de asesinatos; otro caso son los maestros de la CNTE pues desde el 2006
en Oaxaca, Morelos, Chiapas, DF y Michoacán han probado cárcel, golpes,
asesinatos, y represión, ¡tan sólo en 6 años!
Incluso aquellos que luchan de
manera armada han tenido desapariciones políticas, cárcel, represión y
asesinatos de sus militantes en esta última etapa; tal es el caso de las
desapariciones de miembros del Ejército Popular Revolucionario, los asesinatos
y desplazamientos en comunidades zapatistas, y los enfrentamientos que han
tenido con grupos paramilitares vinculados al narco y gobierno distintos grupos
guerrilleros en el estado de Guerrero. En esta plano no sólo están las
guerrillas, incluso aquellas comunidades y pueblos enteros de distintas
regiones del país, como Cherán, Urapicho, Ostula en Michoacán; o como aquellas
organizadas en torno a la CRAC y la policía comunitaria en Guerrero; las
comunidades en Oaxaca como San Dionisio del Mar, San José del Progreso,
Eloxochitan de Flores Magón; y la comunidades de base de apoyo zapatista en
Chiapas han sufrido una violencia conjunta de las fuerzas del Estado como
policía, federal y ejército, además de la de los grupos paramilitares, debido a
la defensa de su territorio y recursos naturales.
Si algo puede caracterizar al
sexenio de Calderón es el incremento desmedido de la violencia contra la
población en general con sus más de 100 mil muertes, y contra los sectores en
lucha en particular. Esto seguramente será una política que no tendrá variantes
decisivas en el gobierno de EPN. Por lo que resulta peligroso y sumamente
insano para aquellos que nos reclamamos de izquierda señalar a sectores de
nuestro propio bando como responsables de la violencia, que como vemos, es
intrínseca a la naturaleza del Estado burgués en nuestra sociedad y que en este
último periodo ha ido en incremento en cuanto a número y contundencia.
¿Cuál fue el error?
Estamos de acuerdo que en el
primero de diciembre no se trató de todo un pueblo como en San Salvador Atenco
o en Oaxaca en 2006 con miles haciendo frente a la fuerza represiva, pero sí podemos decir que no eran los cien o
doscientos que se decía en los medios. De entre los participantes el elemento
que más destacó, pues era la aplastante mayoría, fueron los jóvenes
estudiantes, cansados de los discursos, las conciliaciones, las traiciones y
las políticas timoratas de aquellos que se dicen ser representantes obreros,
campesinos y populares. Pero también algo podemos criticarles y es que su falta
de perspectiva para hacer el análisis del momento, y los alcances que pudiera
tener dicha acción, los llevaron a que no se hiciera una correcta valoración y
acumulación de fuerzas, no se tenían tácticas del todo discutidas y planeadas,
no se actuaba organizadamente, en suma se trataba de un pequeño ejército
valiente pero poco preparado y experimentado sin un plan claro. Y es que no
podía haber sido de otra forma debido a que muchos de ellos, inspirados por la
idea del “foco” guevarista o de la “acción directa” propugnada en esa forma por
un sector del anarquismo, intentaron organizar las cosas de manera
insurreccional y por pequeños círculos, aislados de los propios manifestantes
de ese día que en su mayoría eran profesores.
Del cómo llegamos a una
manifestación de esas características donde la asistencia no era la más óptima
y la mayoría de los manifestantes no estaban preparados para una protesta de
ese estilo es otra historia mucho más larga que lo que actualmente se busca en este
pequeño artículo, sólo agregar que de nueva cuenta las traiciones de dirigentes
sindicales, los amarres de los partidos y los personajes de la clase política,
la dispersión de la izquierda revolucionaria, la desmoralización y
desmovilización de amplios sectores de la clase trabajadora, además de la
ausencia de un trabajo más sistemático y de largo alcance entre los
trabajadores de la ciudad y el campo son tan sólo algunos de los elementos que
nos podrían dar respuesta de por qué ni siquiera se juntó la misma cantidad que
en la protesta del 1 de diciembre del 2006.
No fuimos pocos los que sin ser
necesariamente de dichas posiciones ideológicas y sin tener la intención de una
confrontación directa con las fuerzas del Estado optamos por no dar la espalda a
nuestros compañeros que estaban siendo víctimas de una salvaje represión a
manos de los federales y granaderos. En esto participamos desde ancianos, amas
de casa pero, sobre todo, pudimos observar a una considerable cantidad de
profesores oaxaqueños que aún tiene cuentas pendientes con la Policía Federal
desde 2006. Cierto es que la mayoría de los manifestantes se mantuvieron
alejados del primer cuadro del enfrentamiento, pero muchos de ellos ayudaron
acarreando piedras, comprando Coca-Cola, vinagre y toallas sanitarias para
contrarrestar los efectos de los gases, o simplemente permanecían en sus
lugares coberturando en términos de apoyo numérico el enfrentamiento que se
prolongó por más de 6 horas. Esto no hubiera sido posible si hubiéramos sido el
pequeño grupo aislado y violento que se presumía en los medios, incluidos los
que se dicen progresistas, de haber sido 100 locos aventando piedras y molotovs
en cuestión de 30 minutos nos masacraban.
Manifestantes pacíficos y manifestantes violentos
Pero igual de peligroso es intentar decir que la violencia
fue originada por provocadores profesionales que fueron pagados por el gobierno
para organizar desmanes y saqueos. Como ya lo hemos comentado en ocasiones
anteriores, no dudamos de la existencia de dichos elementos dentro de las
manifestaciones y dentro de las organizaciones de izquierda, pero finiquitar el
tema de esa forma significa dar la espalda a cientos, tal vez miles de jóvenes
y trabajadores que honestamente salieron a dar la batalla en aquella jornada y
que en realidad cansados de tanto abuso, injusticia y violencia estuvieron
dispuestos a arriesgar la vida y la libertad para por lo menos intentar hacer
algo diferente de lo hecho hasta el momento para combatir los fraudes
electorales, la pérdida de derechos y conquistas. Cerrar los ojos ante un legítimo
descontento de un sector de la juventud y la clase trabajadora no significa que
éste vaya a desaparecer sino que puede tomar otras formas de lucha que, desde
nuestra humilde trinchera, no compartimos; porque de lo que se trata es de
hacer que la mayoría del pueblo trabajador salga a luchar contra la burguesía y
el sistema, y no solo una pequeña vanguardia armada, urbana o rural por más
consciente, honesta, abnegada, valiente y sacrificada que ésta pueda ser.
Hay dos extremos en el debate, y se nos hace curioso su
forma de abordar el tema, intentan hacer una diferencia tajante entre formas de
lucha que son complementarias, no contrapuestas, y que una y otra obedecen a
determinado grado de conciencia, número y organización, así como del periodo
por el que atraviesa la lucha de clases; intentar hacer una abstracción en el
tiempo y las condiciones de una u otra forma de protesta significa intentar ver
la realidad en dos colores, el violento y el pacifico. Aquellos que son
partidarios de la no violencia se verán obligados a elevar el nivel de protesta
cuando llegue el momento, si es que en verdad están dispuestos a transformar su
realidad. Aquellos que gustan de métodos directos tendrán que saber trabajar de
manera no violenta sin que ello signifique que dejen de realizar acciones, tal
es el caso de las huelgas en las fábricas, qué mejor acción directa que la
clase obrera asestando golpes a la patronal y el gobierno.
Difícilmente dejaran de existir en el futuro polos opuestos
que están contentos con sus enfermedades, ya sea el reformismo o el ultra
izquierdismo. Ambas son enfermedades que acompañan al movimiento obrero y
popular a lo largo de su vida, el estar vacunados contra los mismos no
implicará que nos dejemos de enfermar pero sí podremos estar mejor preparados
para evitar que su daño no nos lleve a la muerte. Dice la sabiduría popular que
lo que no mata te hace más fuerte y aunque hemos tenido fuertes daños por estas
enfermedades aún no han podido acabar con nuestra clase.
Los “Ultras”
Por un lado, aquellos que en el
discurso y publicaciones siempre llaman a derrocar el Estado burgués, llaman a
la confrontación en cada momento y lugar contra las fuerzas represoras, que
suelen acusar a todas las demás expresiones de reformistas, tibias, vendidas y
cobardes, y que se ubican en expresiones que varían desde anarquistas,
estalinistas, trotskistas, maoístas y todos los “ismos” que nos podamos
imaginar, curiosamente el día de los hechos brillaron por sus ausencia o
mostraron su cobardía alejándose de la primera línea de batalla. Cada uno está
en su derecho de participar o no, pero nos parece una contradicción si se
intenta ser congruente con lo que tanto se pregona.
También hay sectores que intentan hacer una apología de lo sucedido aquel 1 de
diciembre haciéndolo ver como la madre de todas las batallas o el punto de
quiebre en las movilizaciones, para algunos incluso suele hablarse del inicio
de la revolución. Desde luego esto se trata de un error que de no verse a
tiempo puede llevarnos a consecuencias aún más costosas que el simple hecho de
un incorrecto análisis de la coyuntura. El enfrentamiento del 1 de diciembre no
ha sido el primero que se ha tenido de manera abierta con las fuerzas
represivas del Estado mexicano y no será de ninguna forma el ultimo; sin
embargo, es necesario ser sobrios para darnos cuenta que la correlación de
fuerzas no era favorable para nosotros. Esto explica por qué en términos
netamente militares perdimos una batalla el primero de diciembre. Pero tampoco
podemos soslayar el impacto político, sobre todo en términos mediáticos, aunque
es justo reconocer que éste tampoco fue capaz de vencer el poderoso cerco
informativo del todo, lo único que pudimos comprobar es que somos capaces de
emprender formas de lucha distintas a las acostumbradas, pero esta pequeña
escaramuza de ninguna forma es el inicio de un proceso revolucionario en el
sentido amplio y profundo de la palabra.
Es necesario obtener las
lecciones necesarias, de lo contrario estaremos incapacitados para afrontar de
manera victoriosa las próximas luchas. Se suelen querer hacer analogías con
respecto a los estudiantes chilenos, con respecto a los enfrentamientos en
Grecia, sin tomar en cuenta que por un lado en el país Sudamericano la
organización estudiantil es mucho más antigua y mejor organizada, con un poder
de convocatoria que va más allá de la coyuntura, además de que su tradición
política está más acostumbrada a las acciones de calle y a los enfrentamientos
con los carabineros; por el otro lado, en Grecia el país vive desde hace varios
años una algidez de la lucha de clases que se ha dejado sentir en todos los
sectores de la sociedad, además las luchas han sido acompañadas por huelgas
generales de trabajadores de la producción, servicios y transportes, en suma
desde nuestro opinión, dicho país vive un proceso pre-revolucionario que ha
sido contenido por dirigentes reformistas que manejan un lenguaje
revolucionario pero una práctica de conciliación de clases.
Los “Moderados”
Por otro lado encontramos a
aquellos, aun mucho más numerosos, que se asumen como defensores de la
democracia, los derechos del pueblo, herederos de la revolución mexicana y
seguidores de Hidalgo, Morelos, Zapata, Villa y el Che Guevara, pero que no
pierden oportunidad para criminalizar las formas de lucha que responden a las
agresiones del Estado como el 1 de diciembre; señalándonos como porros o
infiltrados, que desprestigiamos al movimiento popular y la lucha pacífica.
Suelen decir que no hay que dejarnos de los abusos, pero tienden a detenerse en
sus aspiraciones cuando las cosas se ponen difíciles y pueden poner en riesgo
su modus vivendi. Son de los que se han acostumbrado a dar la lucha y la
protesta dentro de un reducido cuadro delineado por la clase dominante para
pasar, de esta forma, como un buen y responsable manifestante, respetuoso del
orden público y la propiedad privada.
Una cosa es no estar de acuerdo
en los métodos de lucha que se usaron el 1 de diciembre y otra, bien diferente,
el hacer un linchamiento y descrédito de los mismos. En todo caso el método más
incorrecto para la transformación del país hasta el momento ha sido la vía
electoral, de la cual la izquierda institucional ha vuelto un fin en sí mismo; en cada estado
donde los personajes autoproclamados progresistas han ganado gubernaturas han
aplicado una política sumamente neoliberal, muchos diputados y senadores
“progresistas”, a los cuales se les ha confiado el voto, han aprobado una
infinidad de ataques con su tibia oposición o con su ferviente apoyo.
El querer llegar a la presidencia
de manera pacífica, “sin romper un solo vidrio” como a veces gustan jactarse
ciertos sectores, ha servido sólo para que no se les criminalice de manera más
histérica en los medios, pero de ninguna forma ha logrado parar los ataques a
nuestros derechos. El fraude, con su constante perfeccionamiento, se ha
convertido en una poderosa empresa que, a pesar de los esfuerzos obradoristas
de 6 años de recorrer el país para fortalecer su estructura electoral, logró
imponerse nuevamente, barriendo el esfuerzo de miles de activistas con su
potente maquinaria y demostrando que en los hechos el trabajo no sirvió para
nada. En todo caso la increíble maquinaria electoral que formó AMLO resultó
incapaz de vencer a la mafia en el poder, ya que él mismo se ha negado a
convertir a su movimiento en algo más que una maquinaria electoral que realiza
alguna marcha y protesta pacífica unas dos veces al año.
Ambos bandos generalmente,
“ultras” y “moderados”, suelen acusar que “el pueblo es pendejo”, que “en
nuestro país hacen falta huevos”, que la gente es conformista o que no se puede
luchar contra el gran poder que ejercen los medios de desinformación masiva. De
manera contradictoria ambos extremos se tocan, al hacer responsable al pueblo
trabajador y no a sus organizaciones y dirigentes por no haber hecho el trabajo
necesario para que podamos arribar en mejores condiciones; y eso tiene que ver
con la psicología de la izquierda en nuestro país, la cual tiene la firme
tradición de colgarse de la victorias, pero hacerse de la vista gorda en las
derrotas que como clase hemos sufrido.
Del valor de la vida y el precio los vidrios rotos.
Otro de los temas que ha causado bastante polémica y satanización
es la batalla que se desato en las calles del primer cuadro del centro histórico,
especialmente en la Avenida Juárez y partes de la Avenida Reforma en donde
ocurrieron decenas de detenciones ilegales.
Los medios de comunicación masiva y los representantes del
gobierno llegaron a catalogarlo como “la más grande de las provocaciones que ha
vivido la Ciudad de México”. El pecado más fuerte en este caso consistió en
haber atentado contra la propiedad privada de las grandes corporaciones, haber
causado destrozos en vía publica, alterar el orden y atentar contra la ¿paz pública?,
como si en este país bañado en sangre, injusticia y corrupción existiera su tan
mentada paz.
Este segundo enfrentamiento vino a estallar cuando el paso
de la marcha que se dirigía al zócalo de la ciudad fue impedido por elementos
del cuerpo de granaderos del DF los cuales para frenar las intenciones
recurrieron a las agresiones y burlas lo que desato dicha batalla.
Se llegó a hablar de saqueos y pérdidas millonarias a los
grandes representantes del capital en la ciudad. Aunque poco se habla en los
medios de los grandes robos y saqueos a los bienes nacionales y los bolsillos
de los trabajadores. Pero tampoco podemos negar que producto de la profundo ira
desatada sectores de jóvenes intentaron desquitar su furia contra aquello que
defienden los fuerzas represivas, la sacrosanta propiedad privada de los
grandes burgueses nacionales y extranjeros que tienen apostados sus comercios
en dicha zona. Seguramente hubo saqueos por parte de sectores aislados y
minoritarios dentro de los manifestantes, de ninguna forma fue una acción
generalizada, aunque una buena parte de las personas en el transcurso del
enfrentamiento ante la impotencia de ver de nueva cuenta como eran golpeados
los compañeros ahora por el cuerpo de granaderos (del cual un sector de la
izquierda ahora en el poder exigía su desaparición en 1968), decidieron golpear
y romper las cosas que pudieran encontrar a su paso y que representan símbolos
del poder económico. No hay que olvidar que en la batalla que se desarrolló en
las inmediaciones de la cámara de diputados, fueron heridos gravemente decenas
de manifestantes debido a las balas de goma y granadas lacrimógenas que se
lanzaban de manera directa contra los manifestantes, no hay que olvidar que aun
al momento de escribir estas líneas, el compañero Juan Francisco Kuykendall
sigue en un estado de coma después del disparo de bala de goma que recibió en
la cabeza a escasos cinco metros por parte de la Policía Federal y que le dejo
con fractura craneoencefálica con exposición de masa encefálica, varios de los
compañeros heridos presentan lesiones y cicatrices de por vida, el compañero
Uriel Sandoval ha perdido un ojo debido al disparo de bala de goma que recibió
en un ojo. Varios profesores tuvieron huesos rotos y heridas graves en cara,
espalda, pecho, piernas y brazos.
Los vidrios y objetos destruidos pueden reponerse o volverse
a fabricar, pero hasta el momento la salud del compañero Kuy es grave, pese a
todos los avances tecnológicos los doctores no le han podido devolver a la
lucidez y a la conciencia, hasta el momento nuestro compañero Uriel no ha
recibido un trasplante de ojo, los compañeros que sufrieron lesiones graves no
han recibido atención medica de calidad y medicinas, no han recibido reparación
económica, no se ha emitido ni una sola recomendación de la comisión nacional
de derechos humanos. Los golpeados y detenidos no han recibido siquiera una
disculpa. En esta sociedad la mejor muestra de la profunda deshumanización es
el hecho de que nos preocupan más los objetos materiales que la vida humana y
el bienestar.
El 1 de diciembre fueron detenidos casi 100 personas las
cuales en su mayoría no participaron en los enfrentamientos, cientos de
irregularidades en los procesos judiciales fueron exhibidos por medio de videos
y pruebas que aportaron los abogados y familiares de los detenidos, aun así 14
de nuestros compañeros siguen bajo investigación sin poder gozar de su libertad
en términos jurídicos. Las condenas que enfrentaban nuestros compañeros eran
brutales, comparadas con las que se les imputan a los grandes narcotraficantes
y delincuentes de cuello blanco.
Del lado del gobierno no ha sido
detenido ni un solo elemento de la policía federal ni del cuerpo de granaderos,
no han sido sometidos a investigación, ni han pisado la cárcel y los juzgados
debido a la brutalidad policial mostrada el 1 de diciembre y a las flagrantes
violaciones a los derechos humanos y a la constitución.
Para frenar a Peña tenemos que salir de las
universidades.
El futuro con Peña está pintándose
de manera muy clara en especial para los sectores que estamos en lucha y para
los cuales las traiciones y claudicaciones no son una opción, por lo tanto se
hace necesario rebasar el nivel de debate y la forma en la que habitualmente
estamos acostumbrados a hacerlo, los grupos revolucionarios debiéramos
concentrarnos en realizar un trabajo más
profundo entre las masas, permanente, constante y paciente.
Es necesario que propasemos la idea de una izquierda mesiánica acostumbrada a
sobrevalorar las fuerzas de nuestros pequeños grupos y nuestro programa de
lucha, ello requiere una evaluación de nuestras fuerzas reales, nuestro radio
de influencia y capacidad de acción, un análisis histórico de nuestros errores
y el reconocimiento de los mismos en el
debate camaraderil, abierto y fraterno, dispuestos a escuchar y tomar en cuenta
las opiniones de los diversos grupos, no veamos siempre a un auditorio al cual
tenemos que convencer a toda costa de nuestra posición como grupo. En esta
etapa es necesario reconocer que algún error habremos cometido para que a la
fecha las fuerzas revolucionarias estemos en minoría en la mayor parte de los
referentes de masas. Si seguimos creyendo que nuestros grupos son portadores de
la verdad histórica y que poseemos el producto más puro y mejor destilado de la
teoría revolucionaria será difícil construir un camino a la unidad y a la
posible construcción de un partido revolucionario.
Es necesario por lo tanto
reconocer que la lucha sindical, estudiantil, campesina y popular tiene que
retomar métodos de lucha que han dejado en el pasado, esto significa que si
pretendemos no apostar el futuro de la revolución a una probable respuesta
espontánea y revolucionaria de las masas (la cual no podemos descartar a
priori, pero no podemos quedarnos esperando cómodamente sentados en las sillas
de nuestras fábricas, campos, casas, universidades y escuelas) somos los
socialistas revolucionarios los que tenemos que comenzar a realizar las labores
previas en todos los rincones en donde existan trabajadores, esto es preparar
la revolución con las masas y no esperar dirigirla de manera ficticia cuando
esta estalle.
Las nuevas generaciones de cada
organización tienen también un profundo reto que pasa por cuestionar a nuestros
propios espacios de lucha, sin duda alguna el futuro sigue siendo alentador
aunque para ello es necesario volver al pasado, no para retroceder si no para
llegar al punto de donde partimos y empezamos a retroceder, en donde fallaron
nuestros antecesores, y de ahí establecer una ruta permanente que nos lleve a
la victoria definitiva.
1 comentario:
La revolución no tiene partido politico ni credo solo una nación y se defiende, o es un estado mexicano soberano o seguimos como estamos.
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