Aunque lamentable es
verdad que existe aún en nuestra sociedad la concepción antigua y errónea de
que la mujer es un ser inferior al hombre en todos sentidos. Esta concepción no
sólo es sostenida por muchos sectores conservadores de la pequeña y gran burguesía, sino también por sectores de la clase
trabajadora. También hay socialistas, -cosa que no debe callarse-, que aunque
no sostienen en teoría esa concepción, llevan a la practica la idea de que a la
mujer le corresponden tareas exclusivamente de hogar o que no pueden tener una
participación política activa o una visión política más amplia que la de un
varón. También están aquellos que no se contentan con mostrar en la práctica su
misoginia, sino que buscan teóricamente justificar su opresión sobre la mujer.
Tal como lo hiciera el pensador francés Proudhon al expresar abiertamente su
rechazo a la igualdad de la mujer al trabajo y a derechos políticos por
considerarlas incapaces de ejercer sus derechos, sus ideas desgraciadamente
ganaron cierta influencia entre los dirigentes de la primera internacional,
siendo contrarias a la posición de los marxistas sobre la cuestión de la mujer.
“Entre el hombre y la mujer puede haber amor, pasión, vínculo de
costumbre y todo lo que se quiera, pero no hay verdadera sociedad. El hombre y
la mujer no van juntos. La diferencia de los sexos alza entre ellos una
separación cuya naturaleza es la misma que la que se establece entre los
animales por la diferencia de las razas. Por ello, lejos de aplaudir lo que hoy
en día se ha dado en llamar emancipación de la mujer, me inclinaría más bien,
si es que hubiese que llegar a semejante extremo, por recluir a la mujer". (Tomado del libro "¿Qué es la propiedad?" deProudhon)
La posición que guardan
en la sociedad les hace sufrir una doble explotación. Una sufrida en los
centros de trabajo y otra en las entrañas del hogar. Su inclusión masiva y cada
vez más común a las filas de asalariados hizo que las mujeres tuvieran una
participación activa en la manutención del hogar. Este hecho puede tomarse como
el inicio de la emancipación femenina (nunca tomarse como el final) pues una de
las cosas que ha mantenido a las mujeres en inferioridad ante los hombres es el
hecho de que el sustento familiar es y era considerado exclusivo del hombre
dejando a la mujer como un objeto subordinado a las ordenes del hombre que la
“mantiene” y “cuida” y al exclusivo cuidado del hogar y de los hijos. Por lo
tanto hablamos de una dependencia en términos económicos.
Teniendo que cumplir
con la jornada laboral la mujer se libró parcialmente de las tareas del hogar y
del cuidado de los hijos. Pero sin dejar de estar sometida a los prejuicios
sociales de la inferioridad femenina en el centro laboral y en el hogar.
La inclusión de la
mujer a la industria potencio la participación de ésta en los procesos de lucha
obrera y popular. La lucha femenina se dirigió contra la clase capitalista y el
Estado monárquico o “democrático”
enarbolando consignas de igualdad económica y política.
Las luchas de las
trabajadoras por mejoras en las condiciones laborales, disminución de la
jornada laboral, igualdad de salario con los hombres, tomar parte en las vida
política exigiendo el voto y
participación en cargos políticos, libertad de decidir sobre su cuerpo eran y
son aun consignas que están acompañadas por otras demandas que, al igual que
las anteriores, elevan a la mujer a una posición igual a la del hombre: las
guarderías gratuitas y los comedores comunitarios. Esas demandas que emanaron
de las mujeres llevan en sí la desaparición de la división del trabajo en el seno
familiar capitalista, donde a ellas les corresponde el papel hogareño y al
hombre el papel público del sostenimiento familiar.
Pero aquellas demandas
se verán logradas únicamente con el socialismo, tal como lo mostró la
revolución rusa en la cuestión de la mujer. La revolución rusa dejó ver diversas conquistas,
principalmente el aborto legal y la socialización del trabajo doméstico. Las
guarderías y comedores comunitarios, la educación sexual, el divorcio y
matrimonio civil, el voto femenino, el acceso a la educación entre muchos otros
logros de las mujeres con la revolución.
La emancipación de la
mujer no se dará en la lucha contra el sexo opuesto, tratando de cambiar las
posiciones de dominación de género. Si no se lucha contra el sistema
capitalista continuador de las relaciones sociales de dominación de un género
sobre otro y de una clase sobre otra, la igualdad entre mujeres y hombre no se ve próxima.
La verdadera emancipación
de la mujer está necesariamente unida a la emancipación del obrero, es decir,
ambas necesidades se verán logradas únicamente cuando la burguesía se vea
derrotada. La abolición de la propiedad privada será el inicio para una
revolución en todos los aspectos de la sociedad, incluida la cultura patriarcal
capitalista.
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