La mujer y el camino a la Revolución.

Francisco Navarro

Aunque lamentable es verdad que existe aún en nuestra sociedad la concepción antigua y errónea de que la mujer es un ser inferior al hombre en todos sentidos. Esta concepción no sólo es sostenida por muchos sectores conservadores de la pequeña y gran burguesía,  sino también por sectores de la clase trabajadora. También hay socialistas, -cosa que no debe callarse-, que aunque no sostienen en teoría esa concepción, llevan a la practica la idea de que a la mujer le corresponden tareas exclusivamente de hogar o que no pueden tener una participación política activa o una visión política más amplia que la de un varón. También están aquellos que no se contentan con mostrar en la práctica su misoginia, sino que buscan teóricamente justificar su opresión sobre la mujer. Tal como lo hiciera el pensador francés Proudhon al expresar abiertamente su rechazo a la igualdad de la mujer al trabajo y a derechos políticos por considerarlas incapaces de ejercer sus derechos, sus ideas desgraciadamente ganaron cierta influencia entre los dirigentes de la primera internacional, siendo contrarias a la posición de los marxistas sobre la cuestión de la mujer.


           “Entre el hombre y la mujer puede haber amor, pasión, vínculo de costumbre y todo lo que se quiera, pero no hay verdadera sociedad. El hombre y la mujer no van juntos. La diferencia de los sexos alza entre ellos una separación cuya naturaleza es la misma que la que se establece entre los animales por la diferencia de las razas. Por ello, lejos de aplaudir lo que hoy en día se ha dado en llamar emancipación de la mujer, me inclinaría más bien, si es que hubiese que llegar a semejante extremo, por recluir a la mujer".  (Tomado del libro "¿Qué es la propiedad?" deProudhon)
La posición que guardan en la sociedad les hace sufrir una doble explotación. Una sufrida en los centros de trabajo y otra en las entrañas del hogar. Su inclusión masiva y cada vez más común a las filas de asalariados hizo que las mujeres tuvieran una participación activa en la manutención del hogar. Este hecho puede tomarse como el inicio de la emancipación femenina (nunca tomarse como el final) pues una de las cosas que ha mantenido a las mujeres en inferioridad ante los hombres es el hecho de que el sustento familiar es y era considerado exclusivo del hombre dejando a la mujer como un objeto subordinado a las ordenes del hombre que la “mantiene” y “cuida” y al exclusivo cuidado del hogar y de los hijos. Por lo tanto hablamos de una dependencia en términos económicos.

Teniendo que cumplir con la jornada laboral la mujer se libró parcialmente de las tareas del hogar y del cuidado de los hijos. Pero sin dejar de estar sometida a los prejuicios sociales de la inferioridad femenina en el centro laboral y en el hogar.

La inclusión de la mujer a la industria potencio la participación de ésta en los procesos de lucha obrera y popular. La lucha femenina se dirigió contra la clase capitalista y el Estado monárquico o “democrático”  enarbolando consignas de igualdad económica y política.

Las luchas de las trabajadoras por mejoras en las condiciones laborales, disminución de la jornada laboral, igualdad de salario con los hombres, tomar parte en las vida política exigiendo el voto  y participación en cargos políticos, libertad de decidir sobre su cuerpo eran y son aun consignas que están acompañadas por otras demandas que, al igual que las anteriores, elevan a la mujer a una posición igual a la del hombre: las guarderías gratuitas y los comedores comunitarios. Esas demandas que emanaron de las mujeres llevan en sí la desaparición de la división del trabajo en el seno familiar capitalista, donde a ellas les corresponde el papel hogareño y al hombre el papel público del sostenimiento familiar. 

Pero aquellas demandas se verán logradas únicamente con el socialismo, tal como lo mostró la revolución rusa en la cuestión de la mujer. La revolución rusa dejó ver diversas conquistas, principalmente el aborto legal y la socialización del trabajo doméstico. Las guarderías y comedores comunitarios, la educación sexual, el divorcio y matrimonio civil, el voto femenino, el acceso a la educación entre muchos otros logros de las mujeres con la revolución.

La emancipación de la mujer no se dará en la lucha contra el sexo opuesto, tratando de cambiar las posiciones de dominación de género. Si no se lucha contra el sistema capitalista continuador de las relaciones sociales de dominación de un género sobre otro y de una clase sobre otra, la igualdad entre mujeres y hombre no se ve próxima.

La verdadera emancipación de la mujer está necesariamente unida a la emancipación del obrero, es decir, ambas necesidades se verán logradas únicamente cuando la burguesía se vea derrotada. La abolición de la propiedad privada será el inicio para una revolución en todos los aspectos de la sociedad, incluida la cultura patriarcal capitalista.  


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